Los homenajes al Orgullo y las convocatorias, marchas y manifestaciones por los derechos de la comunidad LGTBIQ+ han ido cambiando a lo largo de los años, pero lo que permanece es, sin lugar a dudas, su origen. Y como tiende a ocurrir con lo que muchos consideran celebraciones aunque no son más que reivindicaciones históricas, como las del Primero de Mayo, su origen está en revueltas, rebeliones y movimientos que buscan cambiar la historia. En junio de 1969, cuando en Nueva York escasos locales permitían la entrada a homosexuales y otros integrantes del colectivo, hubo uno que destacó: el Stonewall Inn.

Situado en la calle Christopher, en el barrio de Greenwich Village neoyorquino, abría sus puertas a quien quisiera entrar. Pero el 28 de junio de aquel año, llegó la Policía para llevar a cabo una redada con el fin, presuntamente, de denunciar la venta de licor sin licencia. En el operativo, muchos de los clientes fueron maltratados por las fuerzas policiales, ante los ojos de los vecinos que, en lugar de permanecer impasibles, se levantaron a abuchear la actuación policial. Primero fueron gritos; después llegó el lanzamiento de monedas, botellas, piedras y escombros. ¿Y quién lanzó la primera piedra?

A día de hoy, nadie puede confirmar quién fue el que empezó lo que ahora se conoce como disturbios de Stonewall y que fueron el inicio de un largo camino de lucha. Nadie lo sabe, porque depende del relato al que se acuda. Pero lo que sí está claro es que hay una serie de nombres que destacan sobre los demás, que si bien no pueden considerarse como los líderes de las protestas, fueron clave en el proceso de liberación del colectivo LGTBIQ+.

Stormé DeLarverie (1920-2014)

Stormé DeLarverie

Según algunos de los testimonios recogidos por The New York Times aquel 28 de junio de 1969, Stormé DeLarverie fue la persona que inició los disturbios. Nacida en Nueva Orleáns en 1920 de madre afrodescendiente y padre blanco, DeLarverie fue una lesbiana butch que acabó siendo uno de los iconos más reconocidos de colectivo, hasta el punto de llegar a actuar en los escenarios de espacios tan reconocidos de la escena neoyorquina como el Teatro Apollo o el City Music Hall. Se ganó la vida como cantante, guardaespaldas, portera de discoteca e integrante de las patrullas callejeras de la zona, llegando a ser conocida como 'la guardiana de las lesbianas de Village' o 'la Rosa Parks de la comunidad gay'.

DeLarverie fue una artista drag de las más reconocidas de la época, como única imitadora femenina de Jewel Box Revue, una compañía itinerante de artistas nacida a finales de los años 30 que la revista GQ llegó a considerar la "única compañía drag de la época racialmente integrada". DeLarverie llegó a ser retratada por una de las fotógrafas más reconocidas de Estados Unidos, Diane Arbus, con un traje de tres piezas propio entonces únicamente del hombre; en la actualidad, también se reconoce su influencia en la moda femenina que no quiso seguir los patrones de género antes de que surgieran los estilos unisex.

Años después de la rebelión, DeLarverie hizo hincapié en que lo de Stonewall Inn no fueron un simple "motín" o una serie de "disturbios": "Fue una rebelión. Fue todo un levantamiento, una desobediencia por los derechos civiles. No fue un maldito motín". Durante sus últimos años, DeLarverie sufrió demencia; falleció a los 93 años en 2014 de un ataque al corazón, mientras dormía, en la residencia de Brooklyn en la que pasó el final de su vida.

Marsha P. Johnson (1945-1992)

Una fotografía de Marsha P. Johnson (centro) en Londres

Nacida en Elizabeth (Nueva Jersey), Marsha P. Johnson fue la quinta de siete hijos. Después de graduarse, en 1963, ingresó en la Marina estadounidense por un corto periodo de tiempo, pero se mudó a mediados de los años 60 a Nueva York, donde quiso encontrarse a sí misma. Allí, en el barrio de Greenwich Village, recurrió a la prostitución para sobrevivir, pero rápidamente se convirtió en una de las principales activistas drags de la ciudad, si bien nunca se identificar con el término transgénero. En una ocasión, un juez le preguntó qué significaba la P. de su nombre: "Pay it no mind" ("No le hagas caso"), respondió. Esta frase se convirtió en uno de sus grandes distintivos.

"Yo no era nadie. Era nadie en la Ciudad de los Don Nadies, hasta que me convertí en drag queen", llegó a decir también. Desde Nueva York mantuvo la relación con su familia, al tiempo que trataba de ayudar a los jóvenes de la comunidad LGTBIQ+, llegando a ser considerada como 'la madre drag'. Algunos testigos del levantamiento de Stonewall Inn la recuerdan como una de las primeras instigadoras de la rebelión y aunque no se puede confirmar, sí se convirtió en una de las grandes activistas por los derechos de la comunidad de su tiempo. Junto a otra activista, Sylvia Rivera, fundó la Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR) —Travestis Callejeras de Acción Revolucionaria—, con el fin de ayudar a los jóvenes LGTBIQ+ sin hogar.

El 6 de julio de 1992, cuando tenía sólo 46 años el cadáver de Marsha P. Johnson apareció en el río Hudson, frente a los muelles del West Village. La Policía aseguró que se había quitado la vida, y aunque tenía problemas de salud mental, todo su entorno asegura que nunca había tenido pensamientos suicidas. Johnson había desaparecido dos días antes. Según el testimonio de uno de sus amigos, el también activista gay Randolfe Wicker, el cuerpo de Johnson tenía "un agujero en la cabeza". Según Advocate, se manejaron muchas teorías: una posible caída accidental al río estando bajo los efectos de alguna droga; un enfrentamiento con ladrones...

En 1997, años después de su muerte, otro miembro de la comunidad, Bennie Toney, aseguró que había visto a Marsha P. Johnson discutiendo con un vecino, de nombre Michael, quien la estaba insultando y a quien más tarde se le vio alardeando en un bar de haber "matado a una drag queen". Aunque Toney fue a denunciar, aparentemente la Policía no siguió la pista. Existe también otra teoría que apunta a que fueron las propias autoridades de Nueva York las que están detrás de la muerte de la activista. En 2002, la Policía cambió la causa de la muerte de Johnson, de 'suicidio' a 'indeterminada' y en la actualidad, la muerte de Marsha P. Johnson no tiene explicación. La historia de esta activista está recogida en el documental 'The death and life of Marsha P. Johnson', en Netflix.

Miss Major Griffin-Gracy (1946-)

Miss Major Griffin-Gracy, activista de la comunidad LGTBIQ+

Miss Major Griffin-Gracy (Chicago, 1940) no sabe exactamente qué día nació, pero sí sabe que se le asignó género masculino al nacer. Cuando tenía 12 años, se abrió ante sus padres para explicarles que se sentía mujer, a lo que ellos reaccionaron ofreciéndole tratamiento psiquiátrico y llevándola a la iglesia. Siendo adolescente, conoció a una drag mayor, llamada Kitty, que la ayudó a entender que era una mujer transgénero, según recoge la información biográfica de Miss Major en la Sociedad Histórica de Nueva York, aunque en aquel momento usó el término transexual para su propia descripción.

En público, vestía ropa tradicionalmente masculina, y en la Universidad residía en los dormitorios de hombres; tras ser denunciada por sus compañeros, fue expulsada en varias ocasiones por tener ropa de mujer y usar vestidos. En 1962, se mudó a Nueva York, se ganó la vida tirando de prostitución, profesión que consideraba una opción de trabajo rentable y placentera. Fue en la Gran Manzana donde se empezó a implicar en la vida del espectáculo drag, actuando como corista y rodeada de una comunidad que la aceptaba tal y como era. En una entrevista con Bay Area Reporter en 2014, Miss Major reconoció cómo el Stonewall Inn les brindaba a las mujeres trans de la época "un buen espacio para la conexión social".

"En aquella época, sólo algunos bares gay nos dejaban entrar; de otros, nos echaban. Pero al Stonewall podíamos ir, allí todo estaba bien, no teníamos que dar explicaciones", señaló. Después de la noche del 28 de junio, ella misma denunció cómo en algunas protestas las mujeres negras trans habían sido excluidas. "Recuerdo que Sylvia Rivera y yo fuimos a un mitin en Central Park; ella subió a hablar y la abuchearon. Lloré durante días. Había allí un mar de gente blanca... La cuestión es que esto todavía ocurre", señalaba, hace una década.

Después de Stonewall, fue detenida acusada de robar a uno de sus clientes y tras pasar unos años en prisión, vivió sin un hogar durante dos décadas, recibiendo asistencia social y adquiriendo hormonas en el mercado negro. Con el tiempo, ella se convirtió en cuidadora, trabajando con otras mujeres trans, con personas con VIH o sin hogar. En 2003, fundó el Proyecto de Justica Transgénero, Variante de Género e Intersexual (TGIJP). "Trabajo aquí para que las niñas en prisión sepan que alguien se preocupa por ellas, alguien quiere que les vaya mejor y hará lo que sea necesario para ayudarlas".

Sylvia Rivera (1951-2002)

Sylvia Rivera, en una manifestación de la organización LGTBIQ+ que ella misma fundó, STAR, en 1970

De madre venezolana y padre (ausente) puertorriqueño, Sylvia Rae Rivera nació en Nueva York en 1951. Cuando sólo tenía tres años, su madre se suicidó después de una relación tortuosa de maltrato: echó matarratas en la leche, se la bebió y le dejó un poco a su hija. Ella se salvó, pero no volvió a ver su madre, y acabó viviendo con su abuela. Ya con ocho años, Rivera empezó a mostrar su verdadera personalidad drag, experimentando con el maquillaje y el vestuario, razón por la que fue rechazada por su propia familia y maltratada en el colegio. Tal y como explican desde el Museo de Historia Nacional de las Mujeres, se escapó de casa con 11 años y se convirtió en víctima de explotación sexual en la zona de la calle 42.

No me perderé ni un minuto de esto. ¡Es la revolución!

Sylvia Rivera, 28 de junio de 1969

Fue viviendo en las calles donde Sylvia Rivera conoció a un grupo de drag queens que la acogieron en su entorno, donde se consideró una más —aunque con el tiempo, se definió a sí misma como transgénero—. En la década de los 60, Rivera se convirtió en activista: cuando estallaron los disturbios de Stonewall Inn sólo tenía 17 años, pero fue a partir de este momento cuando entró de lleno en la vida política de la comunidad. Sylvia Rivera fue una de las fundadoras del Frente de Liberación Gay, surgido a raíz de Stonewall, pero también se unió a Marsha P. Johnson para crear la Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR) —Travestis Callejeras de Acción Revolucionaria—, una organización de ayuda a jóvenes LGTBIQ+ sin techo.

Tras apoyar el proyecto de ley de derechos de los homosexuales, Rivera se sintió profundamente traicionada cuando el proyecto se convirtió en ley, en 1986, dejando fuera los derechos de la comunidad trans: por esta razón, dejó el activismo, abandonó STAR y se mudó a la villa neoyorquina de Tarrytown, donde sobrevivió precariamente a base de actuaciones. No volvió a Nueva York hasta la muerte de Marsha P. Johnson, en los noventa, y regresó al activismo, aunque las aún exclusiones de la comunidad trans del movimiento de liberación la llevaron incluso a intentar suicidarse, lanzándose al mismo río donde había aparecido muerta Johnson años atrás.

"Estaba deprimida", dijo entonces, según The New York Times. Tenía 44 años. Y su dura infancia (y el resto de su vida) se reflejaban en su vida de adulta. "¿Sabes? Tengo ese problema. Soy alcohólica. Me puse a beber cerveza y whisky cuando Frank [quien fue su pareja durante muchos años] se fue a trabajar". Tras una mala época, Rivera se fue al río Hudson a meditar. "Normalmente hago eso una vez al día. Voy allí, y pienso en Marsha. Fue mi primera amiga, en la calle 42, tenía 17 años. Fue la que encendió mi luz. (...) Saco fuerzas cuando bajo y pienso en ella. Pero ese día pensé que sin Marsha no quedaba nadie".

Aunque regresó al activismo, Sylvia Rivera murió a los 50 años, a raíz de un cáncer de hígado en el Hospital St. Vincent's de Manhattan. Durante sus últimos años, Rivera vivió en una residencia para personas trans en Brooklyn, donde conoció a la que fue su última pareja, Julia Murray, quien la acompañó hasta el final.

Thomas Lanigan-Schmidt (1948-)

Thomas Lanigan-Schmidt

Igual que Marsha P. Johnson, Thomas Lanigan-Schmidt nació en Elizabeth (Nueva Jersey), aunque pasó la mayor parte de su infancia en Linden, donde desarrolló todo su potencial artístico. En la década de los 50, le fue asignado un trabajo para decorar el tablón de anuncios de su escuela: construyó un detallado modelo del altar de una iglesia, que lo llevó a ser reconocido por la prensa local. A principios de los años 60, se dedicó a ir haciendo pequeños trabajos para ayudar a su familia, mientras era acosado en su escuela secundaria.

Muy joven, se mudó a Nueva York, donde estudió en el Pratt Institute entre 1965 y 1966, antes de pasar a la Escuela de Artes Visuales, no sin antes ser rechazado en la universidad privada de Cooper Union, a la que se postuló con un ensayo sobre ser homosexual. Aunque sus capacidades artísticas cumplían los requisitos para entrar en el centro, desde la escuela le dijeron que no debía revelar su identidad. Fue en la calle Christopher donde Thomas Lanigan-Schmidt conoció a otros homosexuales y se creó su entorno de seguridad, y aunque su capacidad económica no era suficiente para pasar las horas en el Stonewall Inn, en las inmediaciones se sentaba con sus amigos, que llenaban de agua latas de cerveza vacías, según recoge una breve biografía publicada en la página web de la Universidad de Iowa.

Laninga recuerda el Stonewall como uno de los pocos lugares donde se les permitía a los homosexuales bailar lento, pegados, añadiendo a sus vidas "un ritual que sólo tenían los heterosexuales". Allí, frente al Stonewall, había "puertorriqueños, negros, blancos del sur y del norte", señalaba el propio Lanigan, en declaraciones recogidas por la revista Vanity Fair. "Vivíamos en hoteles baratos, edificios ruinosos y hasta en las calles. Tu hogar era donde estuviera tu corazón. A la mayoría nos habían echado de casa antes de terminar el bachillerato". Eran, aseguraba, "ratas callejeras". Para entrar, Laningan buscaba botellas vacías, y así los camareros ya creían que habías pedido algo.

"En la zona de la calle Christopher éramos más o menos libres de ser nosotros mismos", explicó en una entrevista con Hiperallergic. "Aunque aún había gente que venía, salía del coche con bates de béisbol y nos golpeaba. Y si nos íbamos a otra zona de Nueva York, incluso al West Village, era fácil que acabáramos recibiendo una paliza. Pero cuando estabas en el Stonewall Inn no te podía pasar nada malo". Pero entonces llegó la Policía el 28 de junio de 1969. "Yo estaba fuera. Mi primera reacción fue pensar que era una redada, que estaban intentando cerrar el sitio donde nos dejaban bailar (...). Era como si estuvieran pisoteando el centro de nuestras vidas".

Más que activista, Lanigan es de los pocos presentes en los disturbios de Stonewall Inn que sigue vivo. "Puede que sea el único de aquellas fotos que aún esté vivo. No puedo demostrarlo, pero la vida en la calle puede ser impredecible... y la gente puede de repente acabar muerta", señalaba en la revista Surface. Lanigan se instala en la postura de no pensar en los disturbios de Stonewall como un "momento de resistencia", porque la resistencia "es algo que ocurre todo el tiempo". Y aunque ve que han dado forma al movimiento LGTBIQ+, cree que hay que "enfatizar en ello constantemente", para que las nuevas generaciones no lo olviden.