Cruzan de nuevo la frontera descargan, cobran y vuelven a empezar. Marian tiene dos hijos que alimentar y no tiene trabajo. En su mayoría, son mujeres solteras viudas repudiadas o divorciadas, desesperadas por conseguir ingresos.

Las ONG denuncian que además de tratarse de un trabajo infrahumano las mujeres tienen que aguantar malos tratos, abusos  y continuas vejaciones por parte de la policía marroquí.

Es un comercio ilegal que permite a los comerciantes no tener que pagar aranceles aduaneros. La clave está en que la legislación marroquí estipula que pueden pasar todo lo que aguante su cuerpo sin tocar el suelo y sin ningún tipo de ayuda como una carretilla. Se calcula que al año este intercambio mueve unos 1.400 millones de euros en Ceuta y Melilla.