Cuando los trabajadores del Orangutan Information Centre (OIC) de Indonesia llegaron a rescatar al pequeño orangután, lo encontraron en un espacio mínimo situado entre dos edificios de una aldea del norte de la isla de Sumatra.
Aunque el dueño del animal aseguraba que un cazador se lo había regalado, existen evidencias de que el orangután procede del comercio ilegal de especies salvajes. Los rescatadores de Mingky contactaron con la Policía y las autoridades de la fauna silvestre para confiscarlo.
Tras ello, este pequeño, que pasó su último año de vida amarrado con una cadena que estaba sujeta a una pared de hormigón y sin ningún tipo de refugio, pasó a estar custodiado por el Programa de Conservación del Orangután de Sumatra (SOCP). Allí, trabajarán para su adaptación y rehabilitación.
En Indonesia, el negocio del aceite de palma está acabando con los bosques que eran el hábitat natural de los orangutanes y otros muchos animales. Por ello, estos primates están en peligro de extinción.
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