Miguel Pajares continúa en la sexta planta del hospital Carlos III de Madrid. Allí ha pasado su primera noche, junto a su compañera de orden, Juliana Bohi.

La monja respira tranquila tras saber que no está contagiada con el virus del Ébola. Sin embargo, para mayor seguridad se le repetirá la prueba en cuatro días. Por su parte, Pajares se encuentra estable y consciente. Está más orientado que cuando llegó a España e, incluso, ha comenzado a ingerir alimentos sólidos.

Los sanitarios encargados de atender a Miguel Pajares están afrontando este trabajo como un como un caso más. Sin embargo, señalan, las precauciones y medidas de seguridad tienen que extremarse para el tratamiento del primer paciente con ébola en España.

"Tenemos el traje y hay guantes dobles. Las medidas son muy cautelosas. Además, se va de dos en personas cada dos horas porque no puedes estar más tiempo", ha explicado uno de los enfermeros que atenderá a Miguel en los próximos días.

La protección para los trabajadores vienene dada por unos trajes impermeables. Son ligeros, pero completamente sellados para que ninguna parte del cuerpo quede expuesta. Tras su uso tienen que descontaminarse porque el virus, sobre la prenda, puede resistir hasta dos días.

Saben que siempre hay riesgos, pero médicos y enfermeros aseguran estar preparados.

Por su parte, y tras haber sido vaciado de pacientes para efectuar el ingreso del sacerdote, el hospital ha confirmado que volverá a reanudar las consultas con normalidad. Esta situación podría darse en los próximos días. El pasado jueves, el consejero de Sanidad anticipaba que la seguridad de otros posibles pacientes sería máxima.

"Estarían en salas de aislamiento, como hay que hacer en estos casos, por la seguridad del personal, y por la seguridad de otros pacientes que pudieran coexistir en el hospital", declaró este Francisco Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

Otras medidas de precaución implican que todo el material empleado para atender al misionero español se desinfecta o se destruye si ha sido contaminado. También el instrumental y las cápsulas en las que los pacientes viajaron desde Liberia.

El comandante Cantalejo, uno de los miembros de la comitiva que participó en el dispositivo de repatriación del sacerdote, indica que "todo se destruye, pero eso tiene que seguir un protocolo, que es el que internacionalmente aceptado".