En la escuela rural de Solobeira, perteneciente a Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), hay en la actualidad siete alumnos muy felices. Sus familias destacan las ventajas de asistir a este centro que enseña (como todas las escuelas unitarias) a alumnos de diferentes edades en un clima de colaboración y convivencia.
Los siete niños de este centro tienen entre 3 y 5 años. Disfrutan de un precioso jardín, un huerto y, lo más importante de todo, de la atención individualizada que les brinda su maestra, Cristina Pazos. "En estos centros, como hay pocos alumnos, podemos dar una atención más individualizada. Además de que en esta escuela contamos también con profesores especializados que vienen a dar su clase", explica Pazos.
El problema de esta escuelita es el mismo que sufren muchos otros centros de enseñanza en las zonas rurales de España: la falta de alumnos. En el caso de Solobeira, los vecinos llevan semanas participando en una intensa campaña para conseguir nuevas matriculaciones de cara al próximo curso.
El año que viene dos niños de la escuela pasan a primaria, y les faltaba un alumno más para conseguir los seis que se exigen para mantener una escuela unitaria abierta. Este lunes, el día en el que se cerraba ya el plazo de matrículas, una niña ha pedido su incorporación a este centro con medio siglo de historia. De paso, le ha devuelto la vida.
Menús sin calidad
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