La red de proxenetas que acabó presuntamente con la vida de Nora estaba perfectamente construida. Eric era el presunto cabecilla. Según la acusación, se encargaba de suministrar la droga a las menores que después prostituía. Era su camello, su hombre de confianza y extremadamente precavido.

Tanto que ni la Policía sopechó en un principio que detrás de la dosis letal de cocaína y heroína de la adolescente existía todo un entramado de prostitución de menores. Fue la madre de Nora quien se puso a investigar todos sus mensajes en las redes sociales y el listado de llamadas de su hija.

Les enseñaron incluso a despistar a sus familias. A Eric se referían siempre con nombre de mujer y las clases de informática eran en realidad encuentros sexuales.

Junto a Nora, otras tres menores estaban siendo prostituidas, una de ellas con un 46% de discapacidad diagnosticado. En los últimos nueve meses, la Policía Nacional ha liberado a 787 mujeres víctimas de explotación sexual, 36 de ellas menores de edad.