Amy Averiss y Lee Sharpe, tenían su boda planeada, aunque una visita al hospital les hizo cambiar todos los planes.
La mujer fue diagnosticada de cáncer en 2015, pero tras dos años de tratamiento lo superó. Sin embargo, los médicos descubrieron que el cáncer se había reproducido. Ahora, Amy tenía un cáncer terminal, por el que sólo le aseguraban unas semanas de vida.
El problema de la pareja no acabó aquí. Los médicos comunicaron a Lee, su marido, que había desarrollado un cáncer cerebral.
"Sólo teníamos cuatro días para planificarlo todo, pero estoy decidido a disfrutar del día", aseguraba Lee.
Los familiares y amigos de la pareja no dudaron en apoyarles en ese duro momento y entre todos organizaron la boda precipitadamente. Sus tres hijos y todos sus sobrinos les acompañaron hasta el altar.
El día tan especial llegó el 20 de mayo, en la parroquia de San Lorenzo, en la ciudad británica de Swindon.
Según el diario 'Mirror', ninguno de los presente fue capaz de contener las lágrimas en la ceremonia. La mayoría de los invitados vistieron de amarillo, el color favorito de Amy.
El momento más especial aseguran se vivió cuando el matrimonio se dio el 'sí quiero' y ambos se prometieron amor eterno en la salud o en la enfermedad.
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