Trabajadores, pacientes y vecinos de Bellvitge, barrio de L'Hospitalet de Llobregat, se han concentrado a las puertas del hospital barcelonés para impedir el traslado de los enfermos. Quieren evitar que se cierren más plantas. Por ello, algunos vecinos, como Antonio Damián, hacen guardia para impedir que esta situación se lleve a cabo.
"Estamos aquí aproximadamente durante unas ocho o nueve horas", ha informado Antonio, miembro de la Federación de Asociaciones de Vecinos.
Otros, como Raúl, se mantienen atrincherados en sus habitaciones para evitar el cierre de las plantas y su posterior traslado.
"Quiero quedarme donde estoy para que esas camas y plantas que quieren inutilizar pueden ser usadas por gente de Urgencias", ha asegurado Raúl Vega, uno de los pacientes amotinados del complejo hospitalario de Bellvitge.
Los sindicatos, por su parte, denuncian que el cierre de camas repercutirá de forma directa en la saturación del servicio de Urgencias.
Hay "34 pacientes en Urgencias esperando camas, mientras tenemos algunas que están siendo bloqueadas", ha señalado Ramón Montoya, Presidente de la Junta de Personal del Hospital.
"Urgencias es algo catastrófico. Sólo hay camillas y sillas", explica Antonio Marín, cuya madre lleva más de 24 horas en Urgencias, sin llegar a ser correctamente atendida.
Esta misma situación denuncian las enfermeras de urgencias del hospital alavés de Txagorritxu. "Los pacientes son derivados a otros hospitales o, incluso, a la sanidad privada", ha declarado Inmaculada Aresti, miembro del sindicato SATSE.
Un problema que se extiende al resto del país. 14.000 camas han sido cerradas durante todo el verano, según han denunciado los sindicatos.
"El cierre de camas responde a un motivo de ahorro económico puro y duro", ha señalado el secretario general de Acción Sindical SATSE Rafael Reig.
Desde las consejerías de sanidad insisten en que la presión asistencial desciende en verano y que, en el momento en que se necesitan nuevas camas, volverán a abrirse.
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