El problema de los vecinos de Tarragona son los escasos ocho metros que separan la cárcel de la ciudad de sus viviendas. Una cuestión de inseguridad que también comparten los 56 funcionarios que trabajan dentro del centro penitenciario.

En apenas seis meses ha habido tres intentos de fuga, dos consumadas. Y los tarraconenses se preguntan por qué no trasladan a los internos a la nueva cárcel que hay construida a las afueras de la ciudad.

A ellos les han dicho que hay un problema con los suministros de luz y agua. El traslado de los internos a la otra cárcel de reclusos que hay construída estaba previsto para el año pasado, pero ahora se ha pospuesto hasta 2015.

Un tiempo lejano para quienes trabajan en el interior de la prisión. De momento, vecinos y trabajadores tendrán que esperar a que las administraciones se pongan de acuerdo.