El infierno de María José empieza a los 11 años, cuando los servicios sociales se hicieron cargo de ella y la ingresaron en un centro de acogida, según cuenta en una carta enviada a los medios.
Dice que se quedó embarazada con tan sólo 14 años en ese centro que debía protegerla, y denuncia que los servicios sociales decidieron por ella el futuro de su bebé. "Se me dijo que el niño iba a ser dado en adopción, porque sí, que era un varón y que se llamaría Juan Francisco", explica la madre, que para evitar que se lo arrebataran, decidió marcharse y huir de España hacia Guinea "sola, embarazada de siete meses", gracias a la ayuda de un tío suyo.
Estuvo en Guinea hasta que el abogado de su madre le convenció para que volviera con la promesa de que nunca permitiría que le quitaran a su hijo, pero nada más regresar se puso de parto y le quitaron a su hijo. "Ni siquiera me dejaron verle, le sacaron del hospital al día siguiente y yo me quedé siete. No me dejaron amamantarle, no me dejaron acariciarle, ni tenerle conmigo. Sólo me dijeron que le iban a dar en adopción. Me pasé siete días llorando sin parar", explica.
En ese momento, María José empezó una feroz batalla legal para recuperar a su hijo. Tras muchas sentencias en contra, finalmente en marzo de este año le dieron la razón. Juan Francisco debía volver con su madre biológica, que "nunca" les dio al niño en acogida, según su versión. "A mí me lo arrebataron, sólo soy una madre que ama por encima de todo a su hijo", escribe la madre.
Se estableció un plan de adaptación para que el menor sufriera lo menos posible, pero María José denuncia que los padres preadoptivos no se presentaron en las fechas fijadas en agosto, mientras que ellos aseguran que se fueron de vacaciones sin haber recibido ninguna notificación oficial. Ahora, María José sólo pide que les dejen vivir tranquilos para poder recuperar el tiempo perdido.
Unidos por el temporal
Recuerdos de la DANA: la historia del bazar que salvó 47 vidas durante la noche del 29 de noviembre
Un grupo de guardias civiles ha vuelto al local de Carlet (Valencia) donde lograron introducir a personas y animales para evitar que fueran arrastradas por las corrientes generadas por el temporal.