Zubaida Hasan era un niña que vivía feliz con su familia en una pequeña aldea en Afganistán hasta que un accidente con fuego cuando tenía nueve años cambió su vida para siempre. Su cara, pecho y otras partes del cuerpo sufrían quemaduras de gravedad, llegando, incluso, a derretirse parte de su rostro como demuestran las impactantes imágenes.
Sus padres la llevaron a todos los médicos de la zona, pero ninguno fue capaz de ayudar a la pequeña hasta que probaron en una base militar de Estados Unidos que se encontraba en el país. Los soldados no dudaron en hacer todo lo posible por salvar a la pequeña de los terribles dolores que sufría, por lo que se pusieron en contacto con Peter Grossman, un cirujano plástico de Los Ángeles especializado en personas quemadas.
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Ante la gravedad de la situación de la pequeña, la familia viajó hasta la ciudad americana inmediatamente para que este prestigioso médico pudiera ayudar a Zubaida con un tratamiento de, al menos, tres años. Tras multitud de operaciones en las que usaron la piel de diferentes partes de su anatomía para reconstruir, tanto su cara como las otras partes del cuerpo quemadas, los increíbles médicos consiguieron recomponer el rostro de Zubaida.
Fue tal el cariño que Peter Grossman tenía por la pequeña que, tras el regreso de su padre a Afganistán, Grossman y su mujer decidieron hacerse cargo de la joven para que esta pudiera seguir con su tratamiento. Zubaida, demostró ser una niña muy fuerte y valiente, y tras un año de tratamiento en su nueva vida con los Grossman, la pequeña reflejaba ser una niña feliz que no paraba de reír y bailar junto a sus nuevas amigas.
Pero Zubaida debía volver a su verdadero hogar. “Si me entero que te casaste a los trece, vendré a golpearte el trasero”, bromeó el cirujano en una emotiva despedida antes de su viaje a Afganistán, donde la esperaba su verdadera familia, unos padres que no podían contener las lágrimas cuando vieron el nuevo rostro de su hija, una imagen de absoluta felicidad.