Hace unos años, Becky Turney vivió el peor día de su vida. Su hijo de 19 años, Triston Green, falleció. Becky siguió como pudo con su vida, conviviendo con el dolor de su pérdida. Así llegó al día de su boda para casarse con Kelly Turney, el hombre de su vida.
Pero Becky quisó dejar una silla libre durante la ceremonia en memoria de su hijo, según informa la revista 'People'. "En el día de tu boda estaré en el cielo, ¿qué puedo hacer? Vendré a la Tierra a pasar ese día contigo, así que guárdame un sitio, una silla vacía. Puede que no me veas, pero estaré allí", rezaba el mensaje que ocupaba el asiento del joven fallecido.
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Para Kelly no era suficiente. Quería que su futura mujer sintiera a su propio hijo. Por eso, minutos antes de la ceremonia, Kelly presentó a Becky a una persona especial. Ella lo reconoció enseguida: era Jacob Kilby, un joven de San Diego y una de las cinco personas que recibieron los órganos que se donaron de Triston.
Jacob es el receptor del corazón. Becky estaba llena de alegría, no pudo contener la emoción ante la posibilidad de escuchar el latido de su hijo fallecido. Y así fue. Jacob no lo dudó ni un segundo cuando le invitaron asistir a la boda. Después de todo, esa familia le había salvado la vida.
Kilby nació con síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, y había sido sometido a tres cirugías antes de recibir su primer trasplante con solo dos años. Pero en 2015, su corazón comenzó a deteriorarse. Poco después, tuvo un ataque al corazón y le incluyeron en una lista de trasplantes. Gracias a Triston, tuvo la oportunidad de seguir con vida.
Una triste historia pero con final feliz. Madre e hijo estaban de nuevo juntos. "Todos dejamos nuestra huella en el mundo, pero ver cómo Triston ha cambiado la vida de Jacob es increíble", dijo emocionada la madre.