La vida de Sam Bloom, una madre australiana, dio un giro radical cuando durante unas vacaciones sufrió una fuerte caída que le dejó postrada en la cama. Sufrió fracturas en el cráneo y en la columna vertebral que provocaron una parálisis de cintura para abajo, según ha publicado 'BBC'.

Estuvo meses en el hospital recuperándose de las lesiones y haciendo rehabilitación, pero el saber que no iba a volver a andar le sumió en una profunda depresión.

Una vez en casa, la familia Bloom intentó acostumbrarse a la situación y rehacer sus vidas lo antes posible. Lo que no sabían es que estaba a punto de ocurrir algo que le iba a devolver a Sam la ilusión.

Uno de sus hijos encontró una cría herida de urraca en un aparcamiento y la llevó a su casa para que se pudiera recuperar. Desde aquel momento, Sam y 'Penguin' se hicieron inseparables. Su marido Cameron describe la relación entre que establecieron como un vínculo entre “madre e hijo”. Sin embargo, la familia nunca privó de libertad a la urraca, que entraba y salía de la casa cuando quería.

Desde entonces, Sam recuperó la fuerza física y psicológica para continuar luchando y empezó a competir profesionalmente en el agua con un kayak.