El director del buque de rescate humanitario Open Arms, Oscar Camps, explica que a bordo del barco se vive en una "calma tensa": "Todo el mundo quiere ponerse a salvo y todo el mundo tiene miedo de ser devuelto a ese infierno que es Libia".
Para calmar los ánimos, mediadores y psicólogos llegarán al Open Arms "para prestar ayuda, porque no sabemos cuánto tiempo vamos a tener que permanecer en esta situación", comenta Camps.
La situación ambiental, además, no parece facilitar la situación: "En el mar todo es muy espartano, el clima es muy duro y además entrarán olas de dos metros próximamente, lo que va a hacer insoportable la situación", indica.
Camps también cuenta que "abundan" las peleas en el barco. "La tensión es alta por el cansancio, el estrés y la fatiga" de aquellos migrantes que huyen de la violencia, explica. Y advierte: "Hay que añadir un efecto postraumático que sufren estas personas después de haber sufrido torturas y múltiples violaciones y agresiones. Es un cóctel muy peligroso".
Por ello, piden que exista un mecanismo designado y coordinado a nivel europeo para poner solución a estos casos. "No necesariamente necesitamos un puerto, pero necesitamos que estas personas sean desembarcadas y que los países de la Unión Europea cumplan con las responsabilidades que tienen".
En este sentido, asegura que el Estado español no les acompaña "para denunciar las vulneraciones de estos estados".
Por último, Camps solicita al Gobierno español y a la Comisión Europea que pongan en marcha los mecanismos necesarios para desembarcar a las personas rescatadas: "Se puede convertir en insostenible e insegura la situación a bordo", advierte.
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