Hace justo un año, unos 3.500 miembros de Hamás irrumpían armados en territorio israelí. Infiltraron decenas de milicianos, secuestraron civiles y soldados y dispararon miles de cohetes. Llegaron a matar a al menos 250 personas; un ataque sorpresa y sin precedentes que supuso la mayor ofensiva contra territorio israelí en décadas.

Israel no tardó en responder bombardeando masivamente Gaza y causando, en ese ataque, 232 muertos. Esta fue la primera piedra de una crisis que parece no tener fin a la vista. El conflicto se ha extendido más allá de la Franja de Gaza, golpeando de lleno a Cisjordania -con 609 palestinos muertos- y Líbano -cuya invasión ha iniciado Israel recientemente-, y en la que ha acabado por meterse Irán.

Justo cuando se cumple un año de la masacre que supuso el punto de partida de esta crisis, Roberto Mayer recuerda cómo vivió él dicho ataque. Este testigo explica que se encontraba en uno de los kibutz que fueron atacados por milicianos de Hamás.

Roberto Mayer desvela que pudo ver cómo uno de ellos pateaba la puerta de su vecino sin poder abrirla. "Lo vi venir hacia mi casa y pensé que la mía conseguiría abrirla", reconoce.

En ese momento, utilizó el cuchillo que tenía para acabar con la vida de su atacante. "Costo trabajó, pero logré acabar con él", relata, confesando que después de eso no sabía qué hacer con su cuerpo. Tras unos segundos, decidió que lo mejor era ponerlo "en una bodega de plástico plegable" que tiene cerca de casa.