Básica para el juez Castro fue la declaración de Diego torres, el que fuera socio de Iñaki Urdangarin y sobre todo sus último mails. No solamente esa declaración, sino también la del que fuera secretario de las infantas, Carlos García Revenga. Castro dudaba porque le parecía muy difícil que teniendo a su marido y su secretario en Nóos, la infanta Cristina como vocal desconociese que Urdangarin, presuntamente, tirase de título nobiliario para conseguir contratos.

Castro no quería perpetuar la incógnita y por eso quiso citar a la infanta como imputada, también para que siendo imputada pudiera defenderse. Los mails decisivos de Torres dinamitaron la esperanza de que la infanta se librase de la imputación.

Había varios correos, como uno del mes de febrero del año 2003. Entonces Iñaki Urdangarin le envió un correo electrónico a su esposa pidiéndole su opinión, su valoración. Incluso se lamentaba de no preguntarle más veces lo que pensaba sobre esos temas. En junio de ese mismo año le envió un dossier de un proyecto para la empresa Nissan.

Eso le valió al juez, fue otra gotita más para llenar el vaso, esa y lo que incluso Castro llamó como 'utalitarista figuración', vamos que quedaba bien de cara a la galería tener a la infanta y su secretario en el folleto del Instituto Nóos. Eso, según el juez, con el consentimiento aparente de los implicados.

Las cinco razones del juez Castro para creer que la infanta algo debía conocer son: el hecho de que algunas negociaciones se hicieran en el palacio de Marivent, e incluso aunque esto está por ver, en Zarzuela. El hecho de que su secretario, Carlos García Revenga estuviese en Nóos y aconsejase a su marido. Los mails de torres y el universo Aizoon, esa empresa compartida con Urdangarin a la que cargaban sus gastos personales.

Después de la imputación, la Fiscalía se opuso. Lo hizo a través de un recurso que se elevó a la Audiencia Provincial de Palma, apenas horas después y también dio un buen puñado de razones. Seis. Empezó con algo tan fuerte como decir que la imputación de la infanta faltaba al principio de igualdad, pero sobre todo Horrach hablaba de inexistencia de indicios incriminatorios o de infracciones penales.