El juez y el fiscal fueron insistentes, muy insistentes y hasta en 23 ocasiones le hicieron preguntas relacionadas con el hecho de si el rey conocía o no los negocios de Urdangarin y hasta qué punto quiso que los abandonara.

La información de Andreu Manresa en El País reproduce además parte de ese duro interrogatorio. Un interrogatorio en el que el juez Castro quiso saber si el conde de Fontao le comunicó al rey que le había dado el toque de atención a Iñaki Urdangarin para que dejara Nóos.

Pregunta Castro: ¿Se lo comunicó el rey a usted?, “No” responde el conde de Fontao. ¿Estaba al tanto el rey de que usted había acometido esta labor? “No”, vuelve a contestar el conde de Fontao que además insiste en que él solamente trata con el jefe de la casa del rey, no con don Juan Carlos. No le parecía necesario.

Este argumento desconcierta al juez Castro hasta el punto de que le dice que no parece lógico que el rey se desentendiera del asunto, tratándose de su yerno y de su hija. La respuesta de Fontao: “La lógica está en las recomendaciones que yo iba a hacer al señor Urdangarin”. Una recomendación que contó con el beneplácito, dice el conde de Fontao, del jefe de la casa.

Aquí llegamos a otro de los puntos clave, exactamente saber cuál fue esa recomendación. El conde responde que aconsejó a Urdangarin trabajar en la promoción del deporte como instrumento de integración social pero a través de una fundación, sin realizar operaciones mercantiles.

El juez Castro pregunta entonces una de las mayores acusaciones del socio de Urdangarin: ¿En algún momento usted le dijo que pudiera hacer lo que quisiera siempre y cuando cuidara las formas y no apareciera en los órganos de alguna entidad? “En absoluto”, respondió el conde de Fontao.

Un conde de Fontao, José Luis Romero, que en todo momento quiso desvincular absolutamente a su majestad el rey de cualquier conocimiento siquiera de lo que hacía su yerno e incluso su hija en Nóos.