El 7 de agosto de 1996 un un tsunami sin precedentes arrasó el camping Las Nieves de Biescas (Huesca). Más de 600 personas se encontraban en aquel momento allí: 87 perdieron la vida y 180 resultaron heridas en esa tragedia. Con la llegada de la noche, una fuerte tormenta dejó hasta 500 litros por metros cuadrado y un tsunami focalizó sus efectos en ese camping.
Ahora, Mamen Mendizábal analiza en 'Anatomía de' esta tragedia y habla con los supervivientes, que siguen peleando para hacer justicia. Y es que, como dicen, ese camping nunca debió estar allí. "¿Cómo es posible que en una zona de desagüe de un barranco se ha colocado un camping? ¿por qué se dio la autorización?", pregunta indignado un hombre mientras una mujer afirma que todos los que escondieron los expedientes se encuentran "tranquilamente en sus casas". La mujer, incluso, afirma que fue un acto criminal.
Más Noticias
- Jorge Olcina, tras la DANA: "En apenas cuatro o cinco años estamos viendo que los eventos extremos se van repitiendo"
- Daniel Basterio, tras la DANA: "¿Cuántas vidas se hubieran salvado si la alerta se hubiera mandado antes? Está claro quién falló"
- Ángeles Caballero, tras la DANA de Valencia: "El pueblo no salva al pueblo, sino unas instituciones democráticas fuertes"
- Raquel Peláez, sobre Victoria Federica y Froilán: "Hacen ostentación de su posición privilegiada sin vergüenza"
- Ignacio Escolar: "Había información más que de sobra para que la Generalitat de Valencia hubiera mandando la alerta 12 horas antes"
En julio de 2000, la Audiencia de Huesca archivó la causa penal y descartó la imputación de responsables de ambas instituciones tras considerar que la tragedia era "imprevisible", y sin dar valor a un informe emitido unos años antes del suceso, en abril de 1987, por un técnico del Gobierno aragonés, Emilio Pérez Bujarrabal, quien advertía del riesgo para las personas derivado de la ubicación del campamento.
Juan Carlos I, presidente de Honor
La SGAE contrató a Urdangarin y al instituto Nóos para limpiar su mala imagen: "Era un cliente perfecto"
"Eso fue cojonudo", espeta Ramoncín sin poder contener las risas, ya que el Instituto Nóos aprovechó para venderles al rey Juan Carlos I, quien terminó convirtiéndose en Presidente de Honor de la SGAE. "Nos chulearon durante tres años y nos sacaron 100.000 euros anuales", reconoce Víctor Manuel.