La Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional, el juez y el fiscal deciden que hay que entrar en la catedral de Santiago de Compostela y registrar cada rincón del templo después del robo del Códice Calixtino, en julio de 2011. "Los investigadores reciben mucha presión. Hablamos de la catedral de Santiago, un negocio formidable", rememora Luis Rendueles, reportero de Sucesos, quien destaca que "se concede prioridad a ese caso y se reciben muchas presiones".
¿Qué supone la entrada de la Policía? "Los templos, y las catedrales especialmente, son inviolables. No digo que exista la rémora medieval de 'acogerse a sagrado', pero casi. El territorio de una catedral es territorio nacional, pero también de la Santa Sede, que es un Estado", puntualiza el periodista de Religión Digital, Jesús Bastante.
"Ser deán de la catedral de Santiago, -me lo explicaron cuando empecé a investigar este asunto-, es más importante que ser presidente de la Xunta. Lo primero que hizo el deán cuando llegó la Policía a la catedral fue mostrarles un teléfono fijo y decirles: '¿Ven este teléfono? Descuelgo y está la Moncloa. Y era verdad'", relata Rendueles.
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"Era un mundo con sus propias reglas, códigos y, por supuesto, con sus propios odios y 'vendettas'", señala el reportero. El juez instructor José Antonio Vázquez Taín apoya la visión: "Es 'El nombre de la rosa' en directo, es así. También hay que aprender de eso".
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