Jalis de la Serna queda en Marbella con Ricardo Álvarez-Ossorio, conocido como "el abogado del diablo". "Vivo en Marbella, tengo el despacho en Sotogrande, pero trabajo en toda Europa", explica Álvarez-Ossorio, que destaca que "hay muchos capos en Marbella" y la mitad son sus clientes. El abogado afirma que lleva todo tipo de acusaciones: "Blanqueo de capitales, salud pública, tenencia ilícita de armas en ocasiones...". "Consigo más casos bien resueltos que perdidos", destaca y explica que ya lleva 30 años ejerciendo: "La medida la tengo cogida".

Por otro lado, el abogado enseña a Jalis de la Serna los lujosos regalos que ha recibido de sus clientes, como una cachimba en forma de ametralladora o un reloj. "No hay nada como buscar la libertad para la gente pudiente y la salud", destaca alucinado el periodista, que pregunta al abogado cómo se logra tener una relación de confianza se puede tener con una persona que se dedica al crimen organizado o al narcotráfico.

"No cometiendo errores, no mintiendo, la palabra es todo en este trabajo", afirma el abogado, que preguntado sobre si ha tenido el miedo de verse salpicado por las actividades delictivas de sus clientes, explica que ha tenido "miedo muchas veces" aunque reconoce que "nunca ha pasado". Eso sí, el abogado señala que sí han intentado salpicarle porque en el pasado la gente ha tenido con él "mal perder".

"Me han propuesto muchas veces cruzar el límite", confiesa Álvarez-Ossorio, que, sin embargo, reconoce no haberlo hecho: "Vivo muy bien, no me hace falta enguarrarme en nada ni cruzar límites". Eso sí, el abogado reconoce que defiende a gente "muy peligrosa", como personas acusadas de homicidios. "Los tíos que son capos son los mas fáciles de tratar porque tienen la cabeza en su sitio", explica el conocido abogado, que destaca que "el que asciende en el crimen organizado a base de solamente violencia, no dura, pero el que asciende porque tiene una cabeza de empresario, perdura".

Sin embargo, preguntado sobre cómo acaba el que acaba mal en este tipo de mundo, Álvarez-Ossorio lo tiene claro: "Muerto. No conozco ninguno que no haya acabado así. Siempre por un tiro, un ajuste de cuentas".