Carmen Merino "no tenía ningún trastorno mental"
La reflexión de Carmen Merino en la cárcel tras el asesinato de Jesús Mari: "La planteaba como un monasterio de clausura"
Carla Ortega, médico forense, explica que Carmen Merino, "la planteaba la estancia" en la cárcel "como en un monasterio de clausura que le servía para meditar y poner en orden sus pensamientos" tras ser detenida por matar a su pareja.
Ana Mendoza aseguró que su amiga Carmen Merino le había pedido que le guardara una caja con juguetes sexuales. Cuando la abrió, descubrió la cabeza del novio de Carmen. Sin embargo, Eduardo García Peña, abogado de Carmen Merino, asegura que su clienta "jamás reconoció haberle entregado a nadie un cráneo en una caja" como afirman Ana María y Carmen Mendoza. "Lo que sí reconoció es haber entregado a una amiga un paquete con juguetes sexuales", destaca García Peña.
El periodista Abel Verano López explica que Carmen Merino nació en Utrera, Sevilla, en 1958. Es la mayor de seis hermanas y pasó su niñez en Sevilla. Sin embargo, cuando llegó a la adolescencia se tuvo que trasladar al País Vasco ya que su padre era policía nacional y fue trasladado a la Unidad Antiterrorista. Allí, con 16 años, empezó a trabajar en una industria cárnica. "Carmen Merino se casó y tuvo dos hijos, un hombre y una mujer, pero en el año 2000, se separó denunciando malos tratos, por lo que recibió una pensión como víctima de violencia de género", explica el periodista, que destaca que "años después su exmarido falleció de una enfermedad y se trasladó a Castro Urdiales, donde conoció a Jesús María".
Clara Ortega, médico forense, explica que el juzgado pidió un informe del estado mental de Carmen Merino. "Cuando se presenta ante nosotros está tranquila, colabora y contesta a nuestras preguntas con un discurso espontáneo y fluido", destaca la médico forense, que detalla que Merino "contesta con bastante detalle". "Tratamos de valorar su adaptación al estar en prisión, y nos dice que, aunque al principio estaba nerviosa, ahora estaba tranquila".
"Se planteaba la estancia como en un monasterio de clausura que le servía para meditar y poner en orden sus pensamientos de una manera más clara", recuerda le médico forense, que terminó determinando que Carmen Merino "no tenía ninguna alteración ni trastorno mental que afectara a sus facultades".