Tras la detención de Koldo Larrañaga tras verle una herida como la del asesino de Begoña Rubio en 1999, la Ertzaintza pregunta si quiere declarar en sede policial antes de ponerlo a disposición judicial. Koldo "dice que sí", afirma el oficial, que explica que "no suele ser lo normal" en los detenidos. Koldo cuenta que esa mañana estuvo de bares por Vitoria, que tuvo una reunión de trabajo y que sobre las 16:30 se pasó por el despacho de Begoña para hacerle una consulta sobre un juicio que él tenía pendiente por estafa en Burgos.

El detenido afirma que, como en ese momento no llevaba la documentación, quedó en que se pasaría horas más tarde. Declara que después de haber ido a varios despachos de abogadas, que volvió al despacho de Begoña sobre las 19:00 de la tarde y que la atacó y la mató. "Cuando nosotros tratamos de que nos cuente detalles, no dice más", explica el oficial, que afirma que "él dice que la ataca y que la mata" solamente. Según manifiesta Koldo, pretendía robar a Begoña, ese es el motivo del crimen. Además, del despacho se llevó 4.500 pesetas que apenas alcanzan a ser 30 euros.

Pero la declaración de Koldo no acaba ahí, continúa con otro de los crímenes de Vitoria: el de Agustín Ruiz. Y es que Koldo hacía unos años había montado un bar en Vitoria y Agustín había sido la persona que le había puesto las máquinas recreativas. Además, le había hecho un préstamo para cuando empezaba el negocio. "Entonces él acude al taller a que le prestara 300.000 pesetas y se produjo una pelea", cuenta el oficial, que afirma que, según explicó Koldo, "cogió un destornillador y le empezó a asestar puñaladas". Registró el taller, cogió dinero y cogió las llaves del domicilio de Agustín, donde le robó unas 60.000 o 70.000 pesetas.

Koldo ha confesado dos de los cuatro crímenes que los investigadores le atribuyen. Sin embargo, cuando le preguntan por Esther Areitio y Acacio Pereira, Koldo asegura que no los mató, que ni siquiera les conocía.