El 13 de noviembre de 2002 el petrolero griego lanzaba un mensaje de socorro. El fuerte temporal había provocado una via de agua en el buque cuando navegaba a 50 kilómetros de la Costa da Morte. En su interior transportaba casi 77.000 litros toneladas de fuel que amenazaban con contaminar el litoral gallego.
Desde el primer momento las autoridades españolas ordenaron alejar al buque de la costa a pesar de la resistencia del capitán. "Estamos impidiendo entrar al barco a ningún puerto español, ni gallego porque sería poner en riesgo a la población", aseguraba el delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa.
Las maniobras para alejar el petrolero provocaron que la grieta se hiciera mucho más grande y desencadenaron los primeros vertidos de fuel al mar y la ruptura del buque que terminó hundido. Comenzaba una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia de España. En total el chapapote terminó contaminando 3.000 kilómetros de litoral llegando incluso a la costa de Francia
La marea blanca que luchó contra el vertido
Ana Pastor entrevista al secretario de la cofradía de pescadores de Muxia, Nacho Castro, que cuenta cómo vivieron la tragedia y cómo buscaron ayuda al saber por los pescadores que se estaban produciendo los primeros vertidos.
Decenas de miles de voluntarios participarían en la limpieza de las costas, la mayoría universitarios que respondieron al llamamiento -realizado a través de cadenas de correo electrónico- y llegaban en autobuses a la zona. "A la semana teníamos aquí a los primeros voluntarios"
Se llegó a convertir en una causa internacional y los correos pidiendo ayuda llegaron incluso a Australia. "No hay fronteras para la marea negra, si ayudamos aquí es lo mismo que ayudar en Francia", explicaba un voluntario del país vecino.
Todo el agradecimiento hacia la solidaridad de los voluntarios se transformaba en cabreo al pensar en la gestión política que se hizo de la catástrofe. "Nos dejaron a las manos de dios, abandonados", lamenta Castro.
También en el Congreso la oposición criticaba la manera en la que el Gobierno estaba gestionando la catástrofe. El sustento de centenares de familias que veían su medio de vida cubierto de chapapote estaba en riesgo: "Los primeros 15 días nos dejaron en pelotas. Tras la visita del rey ya enviaron al ejército", destaca Castro.
La marea negra avanzaba por el Cantábrico y mientras el Gobierno intentaba minimizar la magnitud del vertido: "Salen unos pequeños hilitos, regueros solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical", explicaba Mariano Rajoy, por entonces ministro e Interior.
La plataforma Nunca Mais encabezó las protestas contra la gestión de la crisis del petrolero con manifestaciones en toda España. "En la balanza de la historia está el movimiento social, el voluntariado, la gran marea blanca que se dejó la piel para venir a limpiar y a solucionar un problema que los políticos no supieron solucionar", concluye Nacho Castro.
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