Ana Cristina Gómez perdió a su tía sin poder despedirse de ella en plena pandemia de coronavirus. Juliana, de 85 años, estaba ingresada en una residencia de Leganés cuando se infectó con el Covid-19.
Antes de contagiarse de la enfermedad Juliana estaba en silla de ruedas y padecía alzheimer. Su día a día no era diferente al de cualquier persona de 85 años, según ha explicado su sobrina.
A finales de marzo se contagió de la enfermedad. "Nos dijeron que mi tía no cumplía los criterios para poder ser ingresada en un hospital, que la tratarían allí en función de lo que los geriatras les fueran pautando", ha explicado.
Ana Cristina ha asegurado que en ningún momento les otorgaron los criterios por los que trataron a su familiar en la residencia en lugar de hacerlo en un centro sanitario. "La doctora está en contacto con la geriatra que ha asignado la Comunidad de Madrid y es ella quien les facilita el protocolo a seguir por la residencia", ha explicado Ana Gómez.
En sus últimos días, Juliana precisó de oxígeno y corticoides. "Muchos de los medicamentos se tenían que pedir al hospital, no era una residencia medicalizada por lo que no tienen todos los medios para tratar este tipo de enfermedades", ha asegurado Ana.
En su opinión, esta situación no se debe a la crisis del coronavirus: "Lo que ha habido durante todos estos años es una desmantelación de la sanidad pública y ahora no hay recursos para poder atender a toda esta gente".
"Si la Comunidad de Madrid está al frete de esta gestión entiendo que es ella la responsable de toda esta situación", ha apuntado Ana, que ha asegurado que están preparando una querella.
"Tenemos una espina de impotencia enorme, de no habernos podido despedir de mi tía que ha sido como una segunda madre y porque al final yo y mi hermana hemos sido las responsables de que mi tía haya ingresado en esa residencia", ha lamentado Ana, que ha afirmado que tiene sentimiento de culpa a pesar de que sabe que hizo todo lo posible porque su familiar estuviera bien.
Otros momentos destacados
En otra entrevista, Andrea Ropero charló con Marina Carrasco, una de las muchas enfermeras que dejaron sus ciudades y viajaron hasta Madrid para atender la crisis del coronavirus en uno de los territorios más afectados. "Fui contratada para trabajar como enfermera en abril, con un contrato de tres meses con posibilidad de que se alargase", explicó.
Pero cuando cerraron el hotel medicalizado porque bajaron los casos de pacientes infectados, vio como su contrato finalizaba. "Fui a firmarlo y me llevé la sorpresa, me di cuenta de que acaba con la fecha del 30 de abril", señaló.
Andrea Ropero también entrevistó a José Manuel Ramírez, presidente de Asociación de Directoras de Servicios Sociales. En El Intermedio denunció la situación del sistema de Servicios Sociales en nuestro país:"Desde el 2008 nos han recortado 5.000 millones de euros".
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