Andrea Ropero tuvo la oportunidad de charlar con Julia Chacón, una bióloga que se benefició de una de las becas María Zambrano. La investigadora trabajaba en la Universidad de Arizona con un contrato posdoctoral. "Tenía un buen salario, cobraba unos 50.000 dólares al año", explicó a la reportera, "estaba trabajando en el marco de un proyecto internacional, con mucho apoyo para investigar".

La científica se animó a volver a España debido a que necesitaba estar cerca de su familia. "Las ayudas eran muy atractivas y siempre estaba sobre la mesa tener después una proyección profesional dentro del sistema académico y universitario", indicó a Ropero. Pero, al llegar, el sueldo ofertado, unos 4.000 euros brutos al mes, no fue tal dado que las universidades, como explicó a Andrea, estaban pagando las cuotas patronales utilizando parte de su salario bruto. Esto provocó que les quitaran, aproximadamente, un 32% de su sueldo. Un año y medio después la bióloga decidió renunciar a la ayuda debido a que se ofertó, en el área en la que ella estaba trabajando, una plaza de profesor ayudante doctor lo que le permitía empezar dentro de la plantilla universitaria.

Su sueldo actual es de 1.600 euros netos. En su caso, tal y como explicó a Ropero, el hecho de estar en España le sigue compensando debido a que ve que "hay trazado un camino para mí dentro del sistema académico, pero es muy duro estar en esta posición". "Soy muy apasionada de la ciencia, me gusta el mundo académico, creo en la educación publica... pero creo que la precariedad laboral machaca el talento y las vocaciones", se lamentó. Chacón tampoco entendía por qué no se cuida a los investigadores. "No solo somos capital humano, somos un activo de este país, podemos aportar mucho al PIB", afirmó.

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