En pleno debate sobre la migración donde proliferan los bulos y la desinformación, Andrea Ropero entrevista a Emilia Lozano, fundadora de 'Somos acogida', una asociación que lucha por acoger a migrantes y ofrecerles un lugar seguro donde vivir. Asegura que no sabía que a los menores migrantes, cuando cumplen 18 años, "los ponen en la calle" y cuenta que, cuando supo que a uno de ellos, Mohamed, le ocurrió eso, "fui corriendo a buscarle y me lo llevé a casa, y así empezamos".

"La señora (Rocío) Monasterio nos decía que la mujer no podía ir por la calle no acompañada de nuestros maridos, pues yo iba acompañada de indios, marroquíes, subsaharianos...", comenta Emilia en el vídeo sobre estas líneas, donde recuerda las primeras miradas raras en la pescadería y cómo a la semana siguiente ya le preguntaban "¿Y los chicos? ¿No vienen?".

Tras quedarse su piso del barrio de Hortaleza pequeño, decidió poner en marcha junto a su marido un proyecto más grande en su pueblo, La Puebla de Almoradiel, en Toledo. A pesar de que el Ayuntamiento no tenía presupuesto para ello, explica que fue la colaboración de los vecinos la que hizo posible 'La casa de la solidaridad'.

Allí acogen a esos jóvenes migrantes que acaban de cumplir la mayoría de edad, a los que ayudan con la documentación, a encontrar trabajo y a tener cubiertas sus necesidades: "No tenemos equipos psicológicos, pero con todo el cariño que les damos, es lo que necesitan", apunta Emilia, que afirma que estos chicos "de primeras son muy ariscos, pero cuando llevan un tiempo se hace esa empatía".

Sobre los bulos y discursos de odio contra los menores migrantes, Emilia asegura sentir "mucha rabia e impotencia" y pide "que les den una oportunidad, que ellos vienen a trabajar, vienen del hambre, del sufrimiento". "Que no hablen, que actúen, sobre todo cuando esos mensajes vienen de instituciones que ya están gobernando en muchas comunidades y desde ahí están triturando la carta de los Derechos Humanos", sentencia.

Al ver cómo estos jóvenes progresan, Emilia explica que "me siento una privilegiada" y que "es la felicidad completa": "Yo decía 'quiero viaje del Imserso', ahora ya no, quiero estar con ellos", señala Emilia, que recomienda a las personas mayores crear más asociaciones como la suya porque "es un revulsivo para estar joven siempre".