Andrea Ropero ha tenido la oportunidad de hablar con Zuhaitz Gurrutxaga, exjugador de la Real Sociedad que cuenta en su libro, 'Subcampeón', cómo le afectaron sus problemas de salud mental. En el vídeo sobre estas líneas, explica que consiguió su sueño de debutar en Primera División con su equipo a los 19 años, si bien asegura que quizás era demasiado joven y no supo gestionar la presión.
"Si tú eres consciente de que si fallas mete un gol el rival, pierdes el partido y media provincia se va triste a casa o al día siguiente se va enfadada a trabajar, la presión te mata, y yo era muy consciente", comenta Zuhatiz, que asegura que "prefería no jugar, estar en el banquillo".
El exfutbolista señala que el año que peor estaba, su equipo, la Real Sociedad, estuvo a punto de ganar la Liga, él "prefería no ganarla, porque la sola idea de la felicidad que iba a haber en la provincia, cuando yo lo único que quería era meterme en una habitación y llorar, era insoportable".
Zuhaitz desarrolló en esta época ansiedad, depresión y un trastorno obsesivo compulsivo, que empezó por su necesidad de verificar que los electrodomésticos de su casa estaban apagados o la puerta cerrada. En su caso, también desarrolló una obsesión con la higiene:" Imagínate marcar a un delantero, pero no demasiado cerca porque su sudor te puede contaminar", apunta, Zuhaitz, que afirma que por este trastorno "no quería tocar nada ni a nadie, empecé a ser el futbolista más antipático de Primera División, no quería dar la mano a un aficionado y no me atrevía a coger un bolígrafo para firmar un autógrafo".
Gurrutxaga explica que fue su madre quien se dio cuenta de su problema y le animó a ir al psicólogo, algo que, asegura, "es lo mejor que he hecho en mi vida". Ahora cuenta su experiencia en sus monólogos y su libro, donde recurre mucho al humor, gracias a lo que sostiene que "hice las paces con el fútbol y conmigo mismo". Tras esto asegura que recibe mensajes tanto de personas anónimas, como deportistas, que se sienten identificados con su caso.
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Sin embargo, defiende que todavía cuesta mucho hablar de salud mental en el deporte porque "es mucho más difícil de acreditar una esguince mental que de tobillo". A los que todavía no son capaces de verbalizar sus problemas, les manda un mensaje: "Se puede salir. Intenta reírte un poco de ti mismo, a mi me ha ayudado mucho y a ti seguro que también".
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