Después de que Ángel Hernández ayudara a morir a su mujer, María José Carrasco, llamó a emergencias para que acudieran a su domicilio.
Tras la llegada del Samur, los equipos de emergencias avisaron de la necesidad de llamar a la Policía, que quiso mantener una conversación con Ángel en su dormitorio. Allí, un agente le leía sus derechos: "Este caso que no es una muerte natural, por lo que está judicializado. Será investigado por un delito", explicaba el agente.
"He dicho todo lo que tenia que decirle", comentaba Ángel a las cámaras de El Intermedio tras relatar lo que le había dicho la Policía: "Le he dejado el pendrive para el juez, para que se lo lleve", explicaba, aquejando que le habían retirado el teléfono el móvil y, sin él, no podía "hacer nada".
"No sé porque no me dejan estar con mi mujer, es una cosa muy rara", lamentaba Ángel instantes después de hablar con las autoridades: "Dicen que tienen que crear un perímetro. Yo lo que quiero estar aquí hasta que se lleven a mi mujer", demandaba.
Ángel Hernández no difuminaba sus nervios y reiteraba a modo de protesta contra el proceso que estaba experimentando: "Ahora soy un delincuente", lamentaba tras declarar cómo había comenzado un proceso judicial contra él en el que se había visto inmerso por ayudar a su mujer a morir.
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