Andrea Ropero pudo charlar con Zuhaitz Gurrutxaga, exjugador de la Real Sociedad. El exfutbolista logró cumplir su sueño y jugar en la primera división. Algo que puede parecer un sueño pero "cuando tu enemigo está en tu cabeza, y no en el campo, las cosas pueden torcerse", afirmó Andrea. Como le contó a la reportera, no supo gestionar la presión y la responsabilidad de jugar en primera división y poco a poco empezó a sufrir problemas de salud mental como ansiedad, depresión y trastorno obsesivo compulsivo.

"Siempre he pensado que para triunfar a esa edad, tan joven, tan niño, con la presión que hay, hay dos opciones: o eres más maduro que lo que te toca a esa edad o eres un inconsciente y no te das cuenta de nada", afirmó. "Yo, desgraciadamente era muy consciente de todo esto y poco a poco me iba dando cuenta que todo aquello me iba grande", añadió Gurrutxaga.

Zuhaitz empezó a tener obsesiones, en su caso la verificación. "Empiezas a obsesionarte si la puerta de casa la has cerrado bien, la luz está, el gas, la vitro, el horno... y la única manera que tienes de bajar esa ansiedad es hacer la compulsión", explicó a Andrea. "Para ir a entrenar, me pasaba media hora en casa verificando todo eso, cogía el coche me iba al entrenamiento, la primera rotonda me subía la ansiedad me daba la vuelta a verificar todo otra vez", relató.

El exfutbolista también tenía obsesión por la higiene: "Me daba miedo tocar cosas o gente porque creía que me iba a contaminar de algo". Y esto no solo le afectaba al jugar. Como afirmó, se convirtió "en el jugador más antipático de primera". "No quería tocar nada y a nadie, no me atrevía a dar la mano a un aficionado o a coger un boli para firmarle un autógrafo", se lamentó.

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