En el corazón de la provincia de Burgos, la pequeña localidad de Huerta de Rey fue ganando fama con el paso de los años por un aspecto muy peculiar: los extraños y únicos nombres de sus habitantes. Esto llevó a Isma Juárez a visitarla dentro de su sección 'Un país en la riñonera'.

La historia comenzó con un vecino del pueblo que le explicó a Juárez que el responsable de esta peculiaridad onomástica fue el abuelo de Rolando, el ferretero, durante su tiempo como secretario municipal. "Parte de la culpa de que el pueblo sea reconocido por los extraños nombres de los habitantes es del abuelo de Rolando", comentó el vecino. Nombres como Hierónides, Lupicinio o Sinforosa no son una rareza en el padrón municipal de Huerta de Rey.

Intrigado, Juárez se dirigió a la ferretería de Rolando para obtener más información, pero se encontró con una respuesta tajante. "Estoy hasta mis reverendos coj**** de hablar de esto", expresó Rolando con evidente exasperación. La notoriedad que los nombres del pueblo le han otorgado ha llevado a numerosos medios de comunicación a su puerta, buscando siempre la misma historia. "Como todo el mundo le mandamos allí para que dé explicaciones...", justificó un vecino, mientras Juárez no pudo evitar sentir que Rolando era "víctima de un complot del pueblo".

La situación no mejoró cuando Juárez entrevistó a Bonifacia, otra residente de Huerta de Rey, quien tampoco estaba contenta con su nombre. "Ya han venido hace poco a ver los nombres raros", dijo con cierto fastidio. Bonifacia confesó que no le gustaba su nombre, que le fue dado en honor a un tío fallecido poco antes de su nacimiento. "Vaya herencia", comentó Juárez, reflejando la mezcla de humor y compasión que caracteriza su estilo.

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