'Está todo inventado'
Mikel Herrán desvela su humillación política preferida: el día que Enrique IV excomulgó al papa
La humillación de Trump a Zelenski, como expone el historiador, no es nada nuevo. "Hay muchos momentos de la historia en los que la diplomacia, más que negociar entre países parecía un 'beef' entre influencers", expone PutoMikel.

Gran parte de los titulares entorno a la reunión entre Volodímir O. Zelenski y Donald Trump coinciden en las humillaciones que tuvo que soportar el mandatario ucraniano. Pero esto no es ninguna novedad histórica, como expone Mikel Herrán, conocido como PutoMikel, en 'Está todo inventado'.
El historiador indica que lo de Trump y Zelenski no ha sido la mayor humillación de la historia a un líder político. "Hay muchos momentos de la historia en los que la diplomacia, más que negociar entre países parecía un 'beef' entre influencers", indica Mikel. Herrán pone como ejemplo a Otto von Bismarck, que proclamó el imperio alemán en Versalles para humillar a los franceses después de la Guerra franco-prusiana. "Años después, cuando los franceses estuvieron en el bando ganador de la I Guerra Mundial, obligaron a los alemanes a firmar la paz en el mismo salón del Palacio de Versalles para devolvérsela".
PutoMikel escoge, como caso de humillación política extrema, la humillación de Canossa. En la Europa del siglo XI, había dos poderes enfrentados por ver quién manda más: el papa y el emperador. "Era un dilema de separación de poderes entre iglesia y Estado", indica Mikel. El papa Gregorio VII quería reformar la Iglesia y uno de los puntos más importantes era decidir quién tenía la autoridad para nombrar obispos y eclesiásticos, algo que podían hacer reyes y emperadores.
Cada vez que Enrique IV intentaba nombrar a un cargo el papa protestaba. "Las cosas pasaron a mayores cuando el rey intentó nombra a uno de sus capellanes como arzobispo de Milán", indica Mikel. "El papa le amenazó con excomulgarle y Enrique respondió declarando que el papa no era válido y que tenía que abdicar", explica el historiador.
El papa cumplió su promesa y excomulgó al monarca. "El rey, en esa época, lo era por la gracia de Dios y el papa estaba diciendo que si cualquier vasallo quería rebelarse contra el rey podía hacerlo", añade Mikel. El rey, entonces, reunió a los obispos para excomulgar al papa debido a que "solo Dios podía juzgar a un rey". Tras lanzar este órdago, un rayo cayó en la catedral de Utrecht ocasionando un incendio y, al mes siguiente, el obispo de Utrecht murió de forma repentina. "La gente de aquella época era muy supersticiosa y vieron que quizá era mejor apoyar al papa", añade Herrán.
El rey peregrinó hasta el castillo de Canossa pero el papa Gregorio seguía con ganas de humillarle y "le cerró la puerta en las narices". "Le tuvo tres días y tres noches frente a la puerta del castillo de rodillas en la nieve sin comer", añade Mikel. La dueña del castillo convenció al papa de que Enrique IV estaba arrepentido y, finalmente, el sumo pontífice le absolvió y le obligó a jurar que, ante cualquier conflicto con vasallos, "lo que dijese el papa iba a ir a misa".