El Intermedio sale a la calle para comprobar si los españoles tienen una cierta querencia por lo ajeno. Para facilitar sus confesiones, el programa les ha proporcionado diferentes elementos que les permitan esconder su identidad y que así nadie pueda descubrir sus robos.

Una chica, con una peluca roja y unas gafas bastante llamativas, explica que una vez, en una tienda "que tiene muchas chuminadas", robó pequeñas tonterías como lápices de colores o gomas en formas de animalitos. Sobre si se arrepiente, la joven dice rotundamente que no ya que, en su opinión, "no pasa nada por robar a empresas grandes".

Un chico afirma que en un bar decidió robar un vaso debido a que el camarero era un poco incompetente. "Siempre se necesita vajilla en casa", argumenta. Otra chica también decidió robar en una tienda en la que trabajaba porque la trataron muy mal. "Robé unos polvos y una brocha", explica. "No me arrepiento para nada, me quedan super bien", añade.

Una mujer se olvidó de pagar en una heladería. "A mitad del camino me di cuenta y, en vez de volver, seguí para adelante por vergüenza", explica. Otro señor explica que de joven robó bebidas y chuches. "Fundamentalmente cervezas porque eran más manejables y pequeñitas", indica. "Era un pasatiempo de sábado por la tarde", añade.

Otra señora explica que, cuando sus hijas eran pequeñas, robaron unos paquetes de chocolatinas. "Se las comieron en el momento", explica. "Te voy a ser sincera, no fui a la caja a pagarlas", expone, y tampoco se arrepiente de su acción.

Un señor cuenta a la reportera que robó unas zapatillas en una tienda. "Tenía unas que eran muy viejas, me las probé las nuevas y en la misma caja de las nuevas puse las viejas y me marché", argumenta. "Al principio no quería pero cuando salí y vi que no pitaba... no volví a por las otras", añade. Sus hijas afearon su decisión pero le dio igual ya que no volvió a pagar las zapatillas.