María Avizanda ha visitado el hospital Enfermera Isabel Zendal para intentar averiguar qué destino se le va a dar al hospital que nació como respuesta a la pandemia, pero que en estos momentos es casi un hospital fantasma. La reportera no han conseguido el permiso para entrar ni tampoco ha sido atendida por algún responsable de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
En cambio, sí ha podido entrevistar a Daniel Bernabéu, radiólogo y portavoz del sindicato Amyts. Resume la figura del Zendal como "una manera de entender la sanidad y la política en la que es más importante generar un símbolo, algo que perdure para que sea recordado un político, que cumplir con unas necesidades reales de asistencia de servicio público".
Asegura que tiene poca función sanitaria y que está más bien planteado como un almacén, un espacio ferial que "no tiene ninguna de las características de un hospital". En él trabajan unos 230 sanitarios, con unos 14 o 15 médicos para una media de 70 pacientes. El 100% de esta plantilla ha salido de otros hospitales, y esto, dice Bernabéu, es "lo diabólico del Zendal": "Para poder atender aquí se hace con recursos de otros centros".
Además, explica que para que funcionase como un verdadero hospital tendría que remodelarse entero pues "no tiene quirófanos ni plantilla propia". Tampoco tiene luz natural y, según explica el experto, la Comunidad de Madrid intenta cambiar la ley para que los hospitales no requieran que los pacientes estén en habitaciones que reciban la luz natural.
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Así, ha modo de conclusión, dice que si Madrid quiere tener un Zendal y se lo puede permitir, "hay caprichos inútiles, el problema es que hay muchas necesidades, tanto sanitarias como sociales, por lo que tirar el dinero aquí es un derroche".