Sandra Sabatés entrevista por el 1 de mayo a Nati Camacho, que desde muy joven, con apenas 14 ó 15 años, comenzó su lucha sindical. Pero, ¿qué le llevó a ello? "Yo nazco en una familia muy represaliada y desde pequeña recuerdo tener conciencia de clase", afirma Camacho, que lamenta que fusilaron a sus dos abuelos: "Uno era de Acción republicana y el otro era concejal comunista del pueblo". Pero no solo los hombres de su familia sufrieron las consecuencias de luchar por sus derechos, las mujeres también.
"A mi madre la pelaron y la metieron en la cárcel, como a mi abuela", recuerda la mujer, que afirma que "las condenaron a la pena de muerta" aunque luego las conmutaron, al igual que a su padre. "Entiendo que mis padres tienen razón, que han perdido una guerra y que es injusto", destaca. Preguntada sobre las condiciones en la industria textil donde trabajó, Nati Camacho recuerda que eran "un sector en la confección en Madrid que aglutinaba a 60 ó 80.000 trabajadores, la mayoría muy jóvenes": "El encargado tenía la posibilidad de corregirnos y castigarnos".
"En algunos casos, el encargado ponía a las aprendices cara a la pared", recuerda Camacho, que explica se dieron cuenta de que no podía aceptarlo: "Conseguimos que no se nos castigara, que en la vida cotidiana hubiera un botiquín y un médico". Incluso, consiguieron que "la empresa pusiera en el botiquín rollos de algodón grandes para hacerse compresas rudimentarias": "Nos empezaron a mirar de otra manera porque pensaron que éramos capaces de pedir lo que necesitábamos".
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