'El Jefe Infiltrado' de Kiwi Atlántico se infiltró en su negocio para vivir como un trabajador más y supervisar los diferentes departamentos de su empresa. Carlos Vila se hizo pasar por un trabajador llamado Raúl Jiménez, un entrenador de fútbol que intentaba montar su propio gimnasio. Para poder llevar a cabo su deseo, el gerente aseguró que participaba en un concurso llamado 'Yo también puedo hacerlo', en el que debía demostrar a sus dotes agrícolas. Antes de comenzar la infiltración y después de su cambio de look, el jefe se reunió con sus hijos para enseñarles su nueva identidad. Recordamos la reacción de la familia y sus primeras impresiones.
En su primera jornada, Carlos trabajó en el departamento de empaquetado, donde se encontró con Lucía, una trabajadora con muy poca paciencia y mucho carácter. La empaquetadora se quejaba de le la torpeza del gerente: "Le veo muy lento y las manos muy torpes". Pero el momento más tenso se produjo cuando el jefe hizo que se cayeran varias cajas de kiwis, echando a perder una gran cantidad de fruta. "Por mis huevos te pones las pilas o te pones las pilas", le dijo la trabajadora.
En su tercer día, el gerente se reunió con Javier, un agricultor que cometió un gran error en presencia de Carlos. Al intentar trabajar rápido, no se dio cuenta de que había varias sandías en el suelo y las aplastó con el tractor. "La rapidez es lo que causa el problema", le dijo el jefe, a lo que el trabajador contestó molesto: "¿Después de 35 años me vas a venir tú a decirme que lo haces mejor?"
En su último día, 'El Jefe Infiltrado' se dirigió a Mercamadrid para trabajar junto a Ángel, un joven que le sorprendió de manera negativa por sus reiteradas imprudencias. Tal fue la gestión durante esta jornada, que al gerente de 'Kiwi Atlántico' le costó mucho disimular su enfado y no ser descubierto: "Así no se trabaja, me hierve la sangre".
En la jornada de revelaciones, Carlos Vila se reunió con los trabajadores en las oficinas centrales de su empresa para descubrir su verdadera identidad. Entonces, estuvo a punto de despedir a Ángel, el joven que cometió diversas imprudencias. "Hay que tener un poco de cabeza y ser listo", le dijo.
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El jefe infiltrado se enfrenta a una empleada por saltarse la ley: "¿Sabes que eso está prohibido?"
Héctor Pérez, dueño de Forno de Lugo, se quitó la máscara el día de las revelaciones tras su infiltración en la empresa. El jefe infiltrado reveló su verdadera identidad y tuvo que hacer frente a algunas situaciones bastante tensas.