La primera parada de El Jefe infiltrado es el departamento de controladores, situado en el municipio madrileño de Algete. Aquí quiere conocer a Raúl, un trabajador del que le han llegado muchos comentarios negativos.
La actitud del empleado sorprende al jefe, ya que no aplica las normas de seguridad, de obligado cumplimiento, que ha establecido la empresa.
Los repartidores tienen una línea definida para trabajar, pero no pueden salir de ahí, algo que a este empleado le da igual. "Supuestamente los repartidores no pueden pasar de la línea amarilla, pero las leyes están para saltárselas", señala.
"A mí nadie me tiene que decir todo lo que tengo que hacer para que el trabajo salga bien, sé más de mi puesto que mis encargados", sentencia. Unos comentarios que molestan a El Jefe infiltrado.
Otros momentos destacados
En el primer día 'El Jefe infiltrado' se somete a un radical cambio de lookpara que sus trabajadores no le reconozcan durante su aventura. Y es que el hombre pasa de ser un presidente ejecutivo a un seminarista misionero.
Pero el enfado de 'El Jefe' no acabo ahí, en otro momento un mozo de almacén tira varias cajas de productos explosivos al mover otra mercancía. Un hehco que preocupa mucho a 'El Jefe': "Son extremadamente peligrosos".
Además, un comercial de 'Redur', incluso, llega a perder a un cliente, ante la desesperación de El Jefe infiltrado: "Nos hemos cerrado la puerta ante una empresa muy importante".
Pero no solo momentos de tensión vive 'El Jefe', también sufre otros muy emotivos como cuando un repartido le cuenta su historia:"Hay gente que se hunde con la mitad de lo que te pasó a ti".
Por último, y tras revelas su verdadera identidad, El Jefe infiltrado de 'Redur' estalla contra uno de los trabajadores. "¿Por qué te comportas así? ¿eres tonto?": le pregunta.
Hemeroteca
El jefe infiltrado presencia cómo una camarera intenta cobrar de más a unos clientes mediante tarifas inventadas
Dado Lima, el jefe de Toro Burger, no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban. "Coste extra de 3 euros", decía su camarera a unos clientes. Algo, que no era cierto y él sabía... Sin embargo, tenía que callar para no delatarse.