El jefe Infiltrado recuerda cuando los primos Álvaro y Ángel Muñoz se infiltraron en su empresa Copese, especializada en el sector cárnico, para conocer desde el interior la labor de sus trabajadores y el funcionamiento del negocio. Para que los empleados no sospecharan de su verdadera identidad, los primos se sometieron a un cambio radical. El primero en iniciar el cambio de look fue Ángel Muñoz, convirtiéndose en Ramón García, un camionero en paro adicto a los juegos de 'Mario Bros'. A su vez, Álvaro Muñoz se transformó en Bernardo Jimeno, un informático friki aficionado a los juegos de rol. Para poder pasar desapercibidos, los primos se convertían en los participantes de un falso documental llamado 'La Última Oportunidad', un programa preparado para que los parados de larga duración se reinsertaran en el mercado laboral. En el siguiente vídeo te mostramos la divertida reacción de los primos al encontrarse después del cambio.

En su primera jornada, Ángel Muñoz se infiltró en el puesto de operario del centro cárnico y acompañaba a Azucena, una operaria de despiece con bastante mala leche y con muy poca paciencia a la hora de enseñarle. En respuesta a la lenta forma de aprender que tuvo el jefe, la empleada le mostró su desagrado: "No se puede estar lloriqueando de que tratamos mal a la gente, aquí se exige". Una actitud que no pareció gustarle demasiado al jefe llegándose a sentir molesto:"¿Puedes tener un poquito de consideración no?" Además, la empleada y otra de las operarias llamada Susana, protagonizaron una discusión que hizo tensar el ambiente de trabajo.

En su primera jornada, Álvaro Muñoz se infiltró en la granja acompañando a Javier, un trabajador de mantenimiento que se encargaba de atender a los animales. Durante la infiltración, el jefe se dispuso a traer al mundo a un nuevo lechón. Una tarea que no era nada fácil, pero que logró salvar con bastante habilidad, algo que sorprendió mucho al empleado: "No todo el mundo valdría, yo creo que ahí has estado bien". Una experiencia que causó una gran sorpresa en el jefe: "Es un subidón, vaya pasada, te cambia la perspectiva".

Álvaro Muñoz protagonizó otro de los momentazos de 'El jefe Infiltrado'. Tras asistir al parto de un lechón, Javier le llevó a realizar otra de las labores de la granja: desatascar con sus propias manos las cañerías llenas de residuos. El empresario se daba cuenta de lo asqueroso que era: "De verdad no puedo, no me hagas hacer esto Javi". A pesar de su malestar, el jefe no cesó su actividad mientras Javier le proporcionaba las instrucciones pertinentes para llevar a cabo la tarea. El trabajador le animaba: "¡Eres un valiente, joder!".

Al finalizar la infiltración, los jefes Ángel y Álvaro se disponían a reunirse con los empleados en la sede central de su empresa. Allí Ángel se encontró con Arturo, uno de los empleados que trabajaba en el restaurante Happping, en el que el jefe se infiltraba como camarero. Durante su jornada, el trabajador dejaba tirado al empresario atendiendo la terraza, sin tener ningún tipo de idea de manejar la PDA. Algo que pareció no sentarle nada bien a Ángel, que abandonó su puesto de trabajo para pedirle explicaciones al empleado. Una actitud que el jefe recriminó a Arturo al reunirse con él en las instalaciones de Copese: "El día que trabajé contigo me hiciste pasar un día difícil". A pesar de ello, el empresario premiaba el esfuerzo del trabajador regalándole un viaje a París, aunque él no parecía sentirse muy contento: "Acepto el premio, pero desmotivado estoy, desmotivado sigo y hoy me han desmotivado más".

Al finalizar la infiltración, Álvaro se reunió con Mario, un empleado al mando de la granja. Desde el primer momento en el que empezó su labor con el trabajador, el jefe tuvo bastantes buenas vibraciones y conectó bastante con él. Mario tenía mucho cariño a una de las cerdas de la granja, tanto era su cariño que en el momento de llevársela al matadero el empleado no podía parar de llorar. Una situación que no dejó indiferente al jefe y le sorprendió muchísimo. Además, confesó haber generado una gran empatía con Mario.

Durante su charla, el jefe le transmitió a su empleado que su deseo se había hecho realidad: el animal iba a volver a la granja y no iba a ser sacrificado. Además, el jefe tenía otra sorpresa preparada: sus hijos había venido a visitarle. Un encuentro de lo más entrañable que desató la locura del empleado y su familia: "Gracias Dios y gracias Copese".