Así eran las cosas hasta que llegó la democracia y la Constitución, y con ellas la asignatura de Religión aunque debía seguir presente en las escuelas para cumplir con el acuerdo suscrito en 1979 por el Estado español y la Santa Sede dejó de ser forzosa y obligatoria para los alumnos en el sistema educativo español. Pasó a ser voluntaria y ocurrió lo inevitable. Derribada la cerca, las ovejas del rebaño escaparon del redil. A no ser ya obligatoria, el número de alumnos de los colegios públicos que escogían religión, comenzó a caer.
Con los años, se ha reducido exponencialmente, y la huida ha beneficiado a las alternativas que las diferentes reformas educativas han ofrecido. Básicamente, ética y estudio. Desde los años 90 y sobre todo esta última década, la Religión y sus alternativas han sido unas ‘marías’, te las fumabas y tan contento, porque no tenían validez académica plena. No contaban para conceder becas ni para acceder a la universidad y eso es lo que fundamentalmente empezará a cambiar a partir del próximo curso.
La Religión que será de oferta obligada en primaria y secundaria, aunque no en el Bachillerato, tendrá un valor completo en el expediente. Y también lo tendrá su alternativa Valores Sociales y Cívicos o Valores Éticos en la que esperamos que los chavales aprendan a respetar las creencias de los demás y por si algún día llegan a ser políticos, a no imponer a los demás las suyas propias.