Uno de los delegados de la prisión explica que al anochecer suena el timbre, "para formar". Es la única tarea que hace la policía dentro de la cárcel: hacer el recuento de presos. Esto se lleva a cabo dos veces al día: por la mañana y al anochecer, para "verificar que un interno no se ha llegado a escapar". El timbre suena tres veces, y cuando se oye el último, ya "tienen que estar todos formados. Si uno no llega a tiempo, se le aísla". Aún así, el delegado comenta que "no parece una cárcel, parece un barrio... Todos están donde quieren estar".
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