Equipo de Investigación entrevista a Eunate, una joven de 26 años que estudia Trabajo Social con una beca y trabaja en un comedor escolar, donde su sueldo no supera los 700 euros. Vive en una habitación desde hace un año y medio por la que paga 290 euros al mes, pero los propietarios quieren que se vaya: "Me han mandado varios burofax diciéndome que me echan y, bueno, no sé qué va a pasar, la verdad", cuenta.

Firmó un contrato de arrendamiento por temporada de habitación en vivienda compartida, pero le aseguraron que podía quedarse de forma indefinida: "Puedes estar lo que necesites", llegó a decirle la gestora, en un mensaje que la inquilina muestra a Equipo de Investigación.

El problema llegó hace cuatro meses, cuando "de un día para otro" le comunicaron que su contrato "había caducado dos meses antes" y que "podían poner el precio que quisieran en el nuevo contrato". Querían subirle el alquiler 30 euros al mes, pero ella no se lo puede permitir: "Tengo dos trabajos, tengo una vida bastante precaria, como mucha gente de mi edad, entonces para mí 30 euros es mucho", explica.

Sin embargo, asegura, no le mostraron comprensión alguna: "Me dijeron que no les importaba nada mi situación y que en 15 días, si no me interesaba, me fuera, que no querían negociar", relata la joven, cuyos caseros se aprovechan de que, al ser un contrato por habitación "se pueden saltar la Ley de Arrendamientos Urbanos y hacer con el precio del alquiler lo que quieran". Incluso, argumentan que, como en la habitación no hay cocina ni baño, "no es vivienda habitual".

Una situación ante la que Eunate, sin embargo, tiene claro que va a "resistir todo lo que pueda". Puedes escuchar su testimonio completo en el vídeo.