Equipo de Investigación ha acudido hasta Boiro, donde tenía la sede una de las empresas acusadas de comercializar con almejas potencialmente tóxicas de zonas no aptas para la recogida de mariscos en Portugal.

En 2022 desapareció del registro mercantil, pero un exempleado ha explicado a Equipo de Investigación cuál era su 'modus operandi': asegura que al menos recibían un furgón todas las semanas de almejas portuguesas y explica la facilidad para introducirlas en el mercado. "Los papeles los puede falsificar cualquiera que sepa escribir o tener un ordenador", asegura.

Indica, además, como procedían: "Cogíamos un kilo de una portuguesa y cinco de gallega. Coges un poco de legal, otro poco de ilegal, lo mezclas y tienes toda legal", ha aseverado el exempleado, que ha asegurado que también lo hacían con navajas o centollos "por orden del empresario".