La obligan a hacer 600 genuflexiones diarias hasta romperse las rodillas. Se golpea contra la pared. Oyen son sus gritos. Sólo come carbón, arañas y moscas. Bebe su propia orina. Es el calvario de una chica de 23 años, tras pasar por 67 exorcismos. Equipo de Investigación analiza las posibles responsabilidades penales de esta tortura.