A 45 kilómetros de Santiago de Compostela, está la aldea de Corpiño. Un pueblo de poco más de 60 habitantes. En lo más alto, el Santuario. El gran templo de los exorcismos. A su alrededor comienza a levantarse un mercadillo de ofrendas.
"Son figuras que se le hacen a la virgen. Si estás enferma, te duela una pierna, la cabeza... se las das para que te pase. Viene muchísima gente. Decían que quitaban el meigallo".
El meigallo es la forma que tienen de decir que están bajo un hechizo satánico, bajo una posesión.
"Antes venía mucha gente pero ese cura ahora no está, está un chaval nuevo, ese no quiere trabajar, ese no quiere hacer nada porque el otro hacía exorcismo o algo de eso", explica uno de los tenderos
Asegura que el cambio de párroco ha disminuido su clientela. Pero apenas son las once de la mañana cuando aparece el primer autobús. El segundo, el tercero... y así hasta seis. Es una auténtica invasión de fieles.
Acuden atraídos por el milagro de lo sobrenatural. Por la lucha contra el maligno. El mito y la leyenda se mezclan con la realidad. Nadie sabe decir a ciencia cierta lo que ocurre tras los muros del santuario.
Comprobamos el perfil de los visitantes: creyentes, mayores y en su mayoría mujeres. Acceder a la iglesia es prácticamente imposible.
El párroco está recibiendo formación específica sobre exorcismo. Tiene previsto viajar a Roma para hacer un curso oficial. No puede hablar con los medios. Su santuario aún está marcado por las imágenes del párroco anterior, realizando un exorcismo a la vista de todos. Algo terminantemente prohibido por las leyes de la Iglesia.
Los supuestos poseídos se suceden en el templo. La expulsión del maligno se convierte en un espectáculo. Y el número de fieles crece. Pero colocan al párroco en el centro de todas las miradas.
Los medios intentan probar su poder divino. Y le piden ayuda para ahuyentar a Lucifer. Al final, demuestran que el cura remite a sus feligreses a una vidente. La vida del párroco ha cambiado desde que salieran a la luz sus polémicos métodos. Vive a apenas cien metros del santuario, desde su forzosa jubilación. No quiere hablar de sus 40 años como exorcista del pueblo.
Equipo de Investigación
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