Las viviendas no son los únicos asentamientos ilegales de la Cañada Real, en la zona también existen 200 negocios sumergidos repartidos en sus 14 kilómetros y seis sectores.
Juanjo Escribano es el propietario de uno de los bares de la Cañada Real. Reconoce ante las cámaras que no tiene licencia, a pesar de que también tiene otros negocios en la zona: "Espero que no las descubran mucho los del Ayuntamiento, porque me están haciendo la vida imposible", lamenta.
Una explotación ganadera, un club de alterne y un vertedero son otros de los negocios que Juanjo Escribano ha logrado instaurar en la Cañada Real. Proyectos, confiesa, que le han generado numerosas denuncias.
"Me denuncian porque aquí dicen que hago fiestas ilegales... para mi son reuniones", ha relatado. Además, asegura, también recibió denuncias hace 30 años por enganchar la luz: "En aquella época... bueno cuando se habrían hecho unos 460 enganches en los 15 km, 460 transformadores".
Algo que no rehúsa volver a hacer: "Y lo voy a tener que volver a hacer porque lo que están haciendo es una ilegalidad".