Catar no parece hecho para jugar al fútbol. La futura sede de la Copa es un desierto del tamaño de Murcia. Un desierto bañado por el oro del petróleo y del gas natural. Tiene la renta per cápita más alta del mundo y su control es férreo. El Mundial que avala Ángel María Villar, se celebrará en un pequeño emirato gobernado por una monarquía absoluta.
El país entero está en construcción. 20 empresarios españoles han conseguido contratos millonarios y 4.000 parados llegados de España trabajan en la ciudad elegida para el Campeonato.
Son la mano de obra cualificada. Pero hay otra que cuestiona la celebración de la Copa del Mundo en el emirato árabe. Una mano de obra que llega de la India. Los empresarios cataríes reclutan en las calles a un millón de trabajadores, creando la mano de obra más barata del planeta. Viven en la pobreza extrema, por eso, para ellos, emigrar a Catar es un sueño.
Pero el futuro que les ofrece el país no es el que esperan. ONG de todo el mundo cuestionan que un Mundial pueda levantarse sobre la esclavitud. Unas imágenes de Amnistía internacional prueban las condiciones infrahumanas en las que viven los obreros del Mundial. Graban los barracones donde duermen después de 12 horas de trabajo por 150 euros al mes.
Villar, clave en los amaños del Mundial de 2022
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El mercado de las falsificaciones
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Un laboratorio textil analiza ambas camisetas tras pasar por 10 lavados, donde asegura que su diferencia de precio no está justificada en la calidad del tejido de las equipaciones.