La escasez de langostinos en España y la pasión por este marisco en las mesas navideñas provoca que gran parte de este producto sea exportado de otros países. Largos viajes para los que preparan el marisco con conservantes como los sulfitos. Equipo de Investigación ha analizado la procedencia de los langostinos que comemos en España y si realmente cumplen las normativas.
La mayor parte del langostino que se vende en los mercados españoles procede de Ecuador. Este país latinoamericano es el mayor productor de langostinos del mundo. Allí, este marisco se crían en grandes piscinas en las que el langostino crece durante cinco meses con agua de mar.
En España, gran parte, llega a Burgos. En plena Castilla está el epicentro de las industrias españolas importadoras de langostinos. De hecho, en 30 kilómetros hay cuatro empresas de mariscos que facturan alrededor de 200 millones de euros al año. El motivo, explica un profesional a Equipo de Investigación, reside en que "Burgos es un centro logístico muy bueno" porque pueden "abastecer a toda la península sur de Europa y llegar hasta el resto de Europa" desde allí. Asimismo, indica que de los 600 contenedores anuales que reciben de langostinos, 400 son ecuatorianos.
Allí 300 trabajadores seleccionan y cuecen las 15 mil toneladas de langostinos que importan cada año. Su venta supone unos ingresos de 110 millones de euros al año para esta empresa. "El langostino llega congelado en contenedores, ya viene con sus análisis desde origen, en la aduana también pasan unos controles y luego nosotros volvemos a controlar el producto", ha explicado uno de los trabajadores de la empresa.
Sin embargo, no todos los langostinos importados proceden desde Ecuador. En los mercados españoles también se venden langostinos africanos y de países asiáticos que Equipo de Investigación ha enviado a un laboratorio para conocer más a fondo.
De las cuatro muestras analizadas, tres cumplen la normativa y otra no. Una muestra india es la que menor cantidad de sulfitos posee. Otra, de Mozambique, contiene algo más, pero dentro de los límites. La tercera muestra, vietnamita, viene etiquetado como sin sulfitos y lo cumple. Sin embargo, la cuarta muestra incumple la normativa. Es de origen ecuatoriano y a pesar de no tener síntomas de nada negativo, posee más sulfitos de los permitidos.
Un hecho que, advierte la directora del laboratorio SGS Portugal, Milagros Vázquez, puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud: "Son problemas de sensibilidad, de alergia, de ronchas, ronchones rojizos. En casos un poquito más extremos pueden tener un incremento de las palpitaciones, algún problema en la respiración".