"No llueve en España. El suministro de agua se hace cada vez más difícil en distintas ciudades", asegura un periodista en un informativo de 1993. "Está a punto de cerrarse uno de los años hidrológicos más nefastos de la historia", decían en otro telediario de la época. La situación en aquellos años era dramática, especialmente en Andalucía. Los sevillanos llegaron a sacar a las vírgenes y santos en procesión para pedirles que lloviera.

Una tremenda sequía que nos asoló hace 30 años, pero que permanece hoy por hoy en la memoria de Jaime Palop, consejero delegado de EMASESA, Empresa pública Metropolitana de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla. "Fue tremenda, con más de 10 horas de cortes de suministro", le cuenta a Emilio Doménech. Más de 10 horas sin agua. Algo que ahora nos parecería imposible, "en aquel entonces era relativamente frecuente".

El inicio de la sequía coincidió con la inauguración de la Expo '92. El presentador de Gabinete de Crisis se muestra sorprendido. "Yo recuerdo ver imágenes con agua por doquier, pero sin embargo, la ciudad y la comunidad vivían un momento muy difícil", destaca. "Aquello era un escaparate y España era la joya de la corona". Justo en ese año, algunos expertos comenzaron a advertir de lo que podría ocurrir. "Veíamos que no llovía. 'Ojo, que estamos vaciando los embalses. Ojo, que estamos consumiendo como si no hubiera un mañana'", avisaban.

La situación llegó a tal extremo que él mismo tenía que vigilar con un helicóptero de la Guardia Civil que se cumplieran las restricciones y evitar los riegos. "Multábamos a la gente para que se corriera la voz. Recuerdo una vez que bajamos y había un señor que estaba regando y le dijimos que qué estaba haciendo, que estaba prohibido". Tenía siete hijos. "A mí, ¿qué multa me pueden poner?", le preguntó entonces. "300.000 pesetas", respondió. "María, dale otra vez a la bomba, que yo tengo que sacar la cosecha para que puedan comer mis hijos".

En toda la cuenca del Guadalquivir solo quedaban tres meses y medio de suministro almacenado para dar agua a toda la ciudad. Ahí se empezaron a estudiar posibles formas de abastecimiento, desde aguas subterráneas (para lo que ya se iba tarde), instalar una desaladora (algo inviable) o llevar agua desde Huelva (tampoco era factible). "Hubo quien dijo, '¿por qué no evacuamos Sevilla?'", pero tampoco era posible.

Finalmente, llovió "a mares". "Produjo inundaciones", recuerda. "La mayor sequía del Guadalquivir duró cuatro años. ¿Cuánto está durando esta sequía? Vamos por el quinto. El cambio climático está ahí y vamos hacia un clima que nadie sabe cuál va a ser. Es una incógnita". La solución para él está clara: "gestionar con menos agua".