'Operación Jacks'

Cómo el estafador se convierte en un extorsionador: así actúan los individuos que se hacen pasar por hackers

"La Operación Jacks consistió en la identificación, localización y puesta a disposición judicial de una trama de individuos que se hacían pasar por hackers", cuenta María Barreiro, policía del grupo de redes de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional.

Cómo el estafador se convierte en extorsionador:

La 'Operación Jacks' comienza con una primera denuncia de un hombre que se pone en contacto con la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional manifestando que en un momento de "debilidad en su relación" se había metido en internet para buscar "cómo espiar el WhatsApp de su pareja".

El periodista Jorge García Badía explica en este fragmento en qué consiste el servicio que ofrecen este tipo de empresas: "Básicamente es espionaje, ver en tiempo real el WhatsApp de la persona, su correo electrónico y su lista de contactos hasta tener la posibilidad de meterse en la dirección general de tráfico y retirar todas las multas impagadas que tienes".

La Operación Jacks consistió en la "identificación, localización y puesta a disposición judicial de una trama de individuos que se hacían pasar por hackers", cuenta María Barreiro, policía del grupo redes de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Los delincuentes colocan sus anuncios ofertando sus trabajos en plataformas de internet, el cliente contrata el servicio por el importe acordado y le facilitaba todos los datos de la persona a espiar.

Tras facilitar los datos, el supuesto hacker le solicita abonar todo el precio acordado en ese mismo instante. Así, comienzan a analizar todos los perfiles sociales del cliente para así conocer un poco más sobre sus estudios y trabajo. "En función de esto, pedirán abonar un primer pago que puede ser de 400 euros, 1.000 euros...", informa el periodista.

Al cliente, ansioso por recibir información y tener controlada a su pareja, solo le queda esperar. Sin embargo, la información nunca llega. Validándose de cualquier excusa técnica, el hacker le vuelve a solicitar un segundo pago. Y un tercero, un cuarto...

La demora en el tiempo y el dinero que pide el hacker hace que el cliente comience a pensar en que ha caído en una trampa. Momento que aprovecha el "supuesto especialista informático" para amenazar, asegurando que contará todo a sus pareja.