"No fue fácil. Todo eran mis pintas de delincuente. Quería buscar trabajo y lo primero que me decían era que les enseñara mis antecedentes. Así me era difícil integrarme en la sociedad", confiesa Artur, exmiembro de una banda juvenil criminal en La Roca. Con la voz distorsionada y sin mostrar la cara ante la cámara por precaución, el joven afirma que "cuando eres un exdelincuente y pides trabajo, lo primero que piensan es que vas a robar en su local y así no puedes avanzar", una situación en la que se encuentran otros muchos chicos, asegura.
"Tú quieres dejar toda esa vida atrás, pero no te ayudan a salir. Cuando yo comencé a estar en el Centro de Ayuda Cristiano, ellos comenzaron a enseñarme educación y valores". Artur fue captado por la banda cuando solo tenía 14 años. A esa edad, no sabía leer porque no había estado escolarizado. "Yo era muy vulnerable para ellos y cuando aprendí a captar pillaba a la gente más vulnerable, a niños de 12 o 13 años", reconoce.
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La desesperanza y la falta de oportunidades de cara al futuro son los principales factores que llevan a los jóvenes a ser miembros de estas bandas, opina Juan del Val. "Hay que dejar claro que en un barrio más privilegiado estas bandas no existen", asegura el colaborador de La roca. "Hay que buscarles una salida, una ayuda social, desde luego. Pero también hay que tomar la vía punitiva, porque estamos hablando de una organización criminal", sentencia.