Con la pandemia de coronavirus y su consiguiente expansión del teletrabajo hay competición internacional por atraer a personas que trabajen a distancia y quieran cambiar de ciudad por un tiempo. Con calor o frío, con playas exóticas o montañas nevadas... son muchos los países y ciudades alrededor del mundo que ya han comenzado a hacer campaña para llamar la atención de los trabajadores en remoto. Ofrecen principalmente buen clima, naturaleza, conexión a internet y facilidades para la residencia durante el tiempo que quieras teletrabajar.
Uno de estos lugares es Estonia, que ha creado una visa nómada digital para largas estancias que tiene un coste de 100 euros. Hay ciudades para todos los gustos. Para aquellos que prefieren el calor Dubái se erige como una opción perfecta y por 250 euros ofrecen un permiso de un año para teletrabajar.
En España, Benidorm trabaja bajo el lema "Vive Benidorm, trabaja desde el paraíso", ofreciendo 300 días de sol al año, playas, paella y wifi.
Medellín y Bali son las ciudades que más triunfan y más teletrabajadores están recibiendo. En Madeira, han destinado un pueblo al que se espera que vayan 100 trabajadores a vivir allí.
Hay quienes ponen un extra más, como Hawái que hace un sorteo para que te pueda tocar el viaje gratis, o Buenos Aires, que organiza un kit de bienvenida con una tarjeta de teléfono, indicaciones para moverte por la ciudad y ayuda con el idioma.
Grecia va un paso más allá y ofrece incentivos económicos, como desgravarse el 50% de los impuestos trabajando allí. Canarias, por su parte, recuerda que tiene un régimen fiscal propio, porque paga un 4% de Impuesto de Sociedades.
Estas ventajas económicas que algunos lugares plantean como un incentivo se ven abaladas por a OCDE, que ha pedido a los países que actúen con "cierta magnanimidad al exigir el cumplimiento de la norma tributaria durante este periodo".
Las plantas más altas, las más seguras
Así es como garajes, cuarteles y residencias se han convertido en ratoneras mortales tras la DANA
La fuerza de la DANA ha dejado a numerosas víctimas en la Comunidad Valenciana, donde garajes se inundaron rápidamente, atrapando a familias que al intensificarse las lluvias pensaron sus coches corrían peligro y bajaron al sótano para sacarlos.